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Voto de Manuel PM:
8
Drama Peter Egerman (Robert Atzorn) comete un horrible crimen: viola y estrangula a una prostituta. Del caso se ocupa el psicoanalista Mogens Jensen (Martin Benrath), pues él ya le había confesado en su consulta su deseo de asesinar a su mujer. A través de una investigación policíaca narrada en forma semidocumental, se va reconstruyendo el inquietante retrato del asesino, un hombre frustrado, sobre todo por el fracaso de su matrimonio, cuya ... [+]
16 de mayo de 2007
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las películas de Bergman tienen una notable virtud (bueno, y no sólo esta cualidad): no dejan indiferente a nadie. Las amas o las odias, te hacen reflexionar y emocionarte, o te exasperan. Tiene un puñado de obras maestras (entre ellas "Fresas salvajes" o "Persona"), películas muy buenas ("Sonata de otoño" o "Gritos y sususurros", son sólo ejemplos), y películas buenas, como la que comento (aquí incluiría también, de las que he visto, "El rostro", por ejemplo).

Se trata de la reconstrucción, gracias a un investigador, de un crimen cometido por Peter Egerman, el cual asesinó a una prostituta. Uno se acuerda, si echamos mano a referencias literarias, de "Crimen y castigo" en algunos momentos del largometraje. El tipo es un psicópata desubicado, atrapado en un matrimonio que hace tiempo que está roto, que se debate entre sus tendencias homosexuales y su atracción por el abismo. Le pasa algo, pero no sabemos exactamente qué. Sólo apreciamos que tiene ganas de matar a alguien, quizá es la manera de afirmar su descontento con todo lo que le rodea, su manera de saciar su inconformismo o su inadaptación, o de purgar sus frustraciones. Ocurre como las marionetas, que son muñecos que parece que tienen movimiento autónomo pero no es así, hay una mano (de una persona) que las maneja. Así ocurre con casi todos los personajes de esta desconcertante historia. Hay fuerzas oscuras que empujan a todos a actuar de determinada manera sin que ellos mismos acierten a comprender por qué lo hacen. No hay reflexiones de profundo calado, como en otras obras del director sueco, se centra en las relaciones personales, en el crimen, y de soslayo trata el tema de la homosexualidad.

Momento memorable: la lectura de su propia carta, que la recita el mismno (es un recurso habitual en la filmografía de Bergman). Este recitado se alterna con bellísimas imágenes del matrimonio, desnudo, en un lugar inconcreto.

La película está rodada en color (principo y final) y en blanco y negro.
Manuel PM
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