La madre de 11 formó parte de experimentos de percepción sensorial. Lo primero en lo que pienso en es el libro “Las puertas de la percepción” de A. Huxley, en el que se asume -tras experiencias con alucinógenos- que el cerebro humano filtra la realidad, dejando pasar la cantidad correcta de información que puede procesar, y sólo cuándo modificamos la percepción -con elementos externos- experimentamos, por ejemplo, otros planos. (The Doors toman su nombre de esta obra).
Imagino además que estaba gestando a 11 en este contexto, y es por eso que 11 nace sin filtros, digamos. Precisamente un plano que no vemos, y otros animales sí, es el de la energía, el magnetismo, etc. (de ahí que sea un plano de la realidad dentro mismo de la nuestra, y las manifestaciones en objetos sensibles a ese plano o canalizadores, como lo son las bombillas).

Por otro lado, la figura del Demogorgon es milenaria, pero ya que la serie tira de referencias de la década en que se ambienta, en cuánto piensas que el Demogorgon y 11 están relacionados (muchos detalles pueden hacer que sospeches, ella lo conoce, se escapan del mismo lugar, parecen ser ambos dos personajes descontextualizados, en todo momento estamos viendo dos planos, y el Demogorgon tiene dos cabezas, por ejemplo) puedes hacer una búsqueda sencilla en Google y descubrir que en Mazmorras y Dragones las cabezas del Demogorgon representan: una, la destrucción, la otra, el engaño. Ambas se odian, pero se necesitan para vivir. Tate. Muy razonable que 11 odie a la otra “cabeza”, porque en su afán destructivo provoca situaciones que ella no escoge, pero 11 representa el engaño, y esto encaja perfectamente también con las acusaciones y sospechas constantes por parte de los intuitivos amigos de Will, que en más de una y de dos ocasiones afirman que trata de engañarlos.

Además, en dos ocasiones se dice expresamente que ella es el Demogorgon, y la propia 11 dice también que el monstruo es ella. En un segundo visionado te fijas en detalles como que cuando espera a las 3:15 cerca del tendido eléctrico, un gato la observa y bufa reconociendo su personalidad monstruosa (el gato es siempre el ejemplo de animal con sexto sentido o percepción extrasensorial sensible).

Finalmente, en el momento en que 11, que simplemente representa una parte o cabeza curiosa -aunque manipuladora- del monstruo, entiende que la otra cabeza (representada en otro plano, pero acercándose al visible constantemente, por la presencia de 11 y por su afán destructivo) a la que además odia, interfiere demasiado, irse conjuntamente al plano del que proceden.

En cuanto a las víctimas y al ver que no hay puntada sin hilo, creo que también puede (aquí ya no me mojo, puede o no) haber cierto simbolismo que vaya más allá que unas gotas de sangre que detecte el depredador, porque Will es un niño introvertido, de una familia desestructurada (tenemos referencias similares a las de la familia de 11), que se encuentra solo en el bosque; y Bárbara también se encuentra en un estado depresivo en el momento en que la “sumergen”.

Lo interesante de la interpretación, en mi opinión, es que cogieron una época de transición increíble como son los 80, y con una ambientación cómo mínimo a la altura de los clásicos de esa época, y trataron también una transición (pero entre planos) de una forma magistral. Tienes un clásico doble, que parece traído no sé si del pasado o del futuro.