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España España · Sant Boi de Llobregat (Barcelona)
Voto de Orlok:
9
Drama Paul Javal (Michel Piccoli), un dramaturgo francés, acepta reescribir algunas escenas para "La Odisea", una película que se va a rodar en Capri bajo la dirección del renombrado director alemán Fritz Lang (Fritz Lang). En un primer encuentro con el productor norteamericano, el arrogante Prokosch (Jack Palance), el escritor deja que su mujer, la bella Camille (Brigitte Bardot), se vaya en el coche con el productor a la finca de éste. Este ... [+]
18 de septiembre de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Retrato magistral de los sentimientos conyugales inmersos en crisis, adaptado de la novela homónima del escritor Alberto Moravia. Le mépris es una reflexión sobre el amor, el sexo, el dinero, la literatura, todo en torno a la realización cinematográfica. La principal clave puede producirse en el momento que se produce el cambio en los sentimientos del personaje Camille. Muestra una evolución de sus sentimientos hacia su pareja pasando por una fase en la que el amor cede, aparece la indiferencia hasta llegar al desprecio. El posicionamiento de Paul es mucho más transparente y simple a primera vista, la evolución narrativa del argumento está determinada por la búsqueda del motivo de tal desprecio. La relación que se establece entre los personajes y los hechos que acontecen son como los de una tragedia griega. Esa idea se construye y desarrolla durante toda la película de forma muy marcada. El claro paralelismo de Ulises, Penélope y Poseidón con Paul, Camille y Prokosch está desarrollado de una forma sencilla aunque compleja de realizar, sobre todo para plasmar la relación conyugal, el amor y las tragicas circunstancias que deben determinarse contra el mundo. La aparición de Fritz Lang interpretándose a si mismo es una culminación del homenaje que durante toda la película muestra Godard, muchas referencias y menciones sobre cine hacia una época pasada que en la actualidad poco a poco se olvida, incluso se desprecia. El papel de Jack Palance interpretando al productor americano Jeremy Prokosch es muy interesante, sobre todo por esa relación que se establece con la evolución de la industria cinematográfica. Se construye la idea de como la industria americana engulle y moldea a su gusto el mundo del cine, comercializar el arte.
En esta película se experimenta y trabaja la estética de forma exagerada, consiguiendo una combinación de colores, luces y encuadres, simples de relacionar, pero con tanta complejidad y determinación que hasta da miedo. Dar importancia a una serie de imágenes o tratamiento de secuencias, es la batalla del creador con los productores, elecciones por encima de otras que serían más llamativas, que ayudarían a recaudar más, pero por encima de eso está la necesidad de expresarse y avanzar experimentando. Es otro paralelismo de la película, en este caso, con el propio Godard y sus reflexiones sobre el cine y el arte; se pueden ignorar o prestar atención, cada persona es libre de tomar una determinación. La banda sonora dispone de una melodía tan sencilla pero con tanta intensidad que cada vez que la escuchas y relacionas con los sentimientos de los personajes, es imposible no sentir emoción recorriendo tu cuerpo. Al final de la película descubres que a pesar de parecer algo sencillo, dispone de una capacidad destructiva muy elevada, puede que haya quien la encuentre aburrida, incluso tediosa. La verdad es que hay que dejarse llevar, pues está película es muy sensitiva, estimulante y con mucho más trasfondo del que parece.
Orlok
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