Confieso que este tipo de películas que casi parecen una obra teatral, sin exteriores ni grandes espacios, que se basan en personajes y diálogos siempre me han parecido muy sugestivas. Es el caso de esa obra maestra que es LA SOGA o más recientes grandes películas como EL NOMBRE o UN DIOS SALVAJE, alguna versión directa de un original representado ya en tablas. En todos los casos, el trabajo actoral es fundamental, así como un guión con diálogos que suplan esos grandes escenarios y esos movimientos de cámara audaces de otras películas. Si bien esta película muestra la premisa artificial de mostrar los secretos ocultos utilizando esa moderna conciencia que es un teléfono móvil en la actualidad, más de media película resulta fresca y divertida. Es cuando moraliza, cuando intenta tener un papel pedagógico, cuando verdaderamente empalaga y cuesta tragarla. Con todo, se ve con mucho agrado, entretiene y crea expectación ante qué va a suceder. La versión que hizo De la Iglesia en España es tan correcta como calcada de su original italiano, por lo que hay que mostrar más entusiasmo con ésta que con la copia. El público premió con su asistencia a ambas, siendo películas que marcaron récords de taquilla en ambos países. Por algo será, no ¿?