Canet, un director desigual, logra aquí un producto digno de él: una película desigual. Con virtudes innegables y personajes bien trazados, adolece en cambio de la fuerza del cine negro clásico. No hay diálogos vibrantes, ni las mujeres resultan personajes tremendos y trágicos, como pide el género. Y mira que consigue juntar a Cotillard, Saldana y Kunis, nada menos. Pero no las explota, en absoluto, las enseña en pantalla sin más. Algo similar ocurre con el reparto masculino, algo más entonado, sobre todo Clive Owen, al que el papel le va que ni pintado. James Caan demasiado pasado de vueltas, pero cumpliendo, será por oficio. Y un soso, muy soso, Billy Crudup, casi pasa inadvertido siendo su papel protagónico. Una ensalada con grandes ingredientes pero sin aliño ninguno. Culpa del cocinero. Sin duda,