Estoy revisitando películas de este director francés, uno de mis favoritos, quizás de los pocos que me quedan aún vivos y en forma, y veo, con agrado, que lo que me gustó hace años sigue gustándome en la actualidad. La vigencia de este cineasta, pues, es total y sus películas, algunas tan hondas y reflexivas como esta, siguen interesándome y, en su caso, emocionándome. Sólo por ver a Jeanne Moreau ya en estado invernal, merece la pena ver la película, pero es que además, Ozon nos habla de la muerte, del tiempo que queda por vivir y de cómo solucionar todos los problemas que uno sabe que tiene pero que va dejando para más adelante, cuando el plazo que se tiene es conocido y, además, corto. Siempre gusta, además, ver a la maravillosa Bruni Tedeschi en pantalla. Seguiremos con Ozon, queda mucho por ver aún.