¿Que es necesario para que una película consiga la perfección? Yo diría que un guión magistral, escenas impecablemente bien rodadas, actores inconmensurables que además su aspecto físico esté acorde con la historia que nos están contando. Una fotografía que quite el hipo y lo más importante, que todos esos requisitos estén perfectamente cohesionados sin dar lugar a que uno destaque muchísimo más que cualquier otro.

Tarantino lo ha vuelto a hacer, como ya lo hizo anteriormente con Malditos Bastardos y Pulp Fiction. Y esta vez con un Western puro y duro de esos que desaparecieron hace 30 años. Tarantino ha desenterrado el Western más pulcro que ya filmaron John Ford y Sergio Leone en su época y lo ha aplicado a su propia forma de contarnos las historias.

Se trata de una película llena de violencia, como ya nos tiene acostumbrados, pero es esa clase de violencia que te hace estremecer en tu asiento no de la que te hace brincar disfrutando como un enano viendo una The Expendables. El despliegue de sangre es bestial, la violencia brilla por su realismo, que es lo que hace que nuestro estómago se revuelva y la acción está perfectamente dosificado a lo largo de sus casi 3 horas de metraje.

Y en ese tiempo, tenemos el privilegio de acudir a una de las mejores clases de interpretación de los últimos tiempos, Christoph Waltz, bendito sea Tarantino por descubrirlo para Malditos Bastardos, que porte, que sonrisa, que manera de encandilar a todo el cine, la suya es una actuación que deja sin habla. Leonardo DiCaprio sorprende para bien en un par de ocasiones, cambiando casi totalmente su rol en cuestión de segundos en una actuación y una preparación de papel asombrosa, y la verdad es que es gracias a papeles como estos en los que mantengo mi postura de que es el mejor actor de los últimos 15 años, y en un futuro, si sigue así, será el mejor de la historia. En Jamie Foxx por el contrario tenía mis esperanzas más bajas, a pesar de ser el protagonista creía que no iba a tener la capacidad interpretativa de llevar el peso de la narrativa en si mismo, y que ese trabajo recaería en Waltz o DiCaprio. Gran error el mio, Foxx hace una actuación impecable consolidándose como protagonista y señor del film. Ahora, no hay que olvidar a Samuel L. Jackson, que en las escenas que está el nivel sube, sin duda, su mejor actuación en muchos años. Tarantino sabe extraer muy bien hasta la última gota de talento de todos sus actores y lo peor de todo es que los actores de Django tienen calidad a espuertas.

La banda sonora es impresionante, por que si, en el momento adecuado Quentin te intercala temas de Ennio Morricone con Hip-Hop y canciones de rock, y lo peor es que al muy cabrón le queda de puta maravilla, no se como lo hace, pero es auténtico arte lo que este director puede hacer, y ya nos lo ha demostrado varias veces. Lo demás queda para la historia, como esta película. Un Wester en estado puro. Cine en estado puro. Tarantino Desencadenado.