"You will give the people an ideal to strive towards. They will race behind you, they will stumble, they will fall. But in time, they will join you in the sun. In time, you will help them accomplish wonders."

En 1978 se nos intentaba convencer de que un hombre podía volar. En 2013 hay que convencernos de que alguien que vuela puede ser, ante todo, humano.

Los tiempos han cambiado, lo que era válido entonces no lo es necesariamente ahora. Durante muchas décadas tuvimos un Superman que representaba lo más bueno de la raza humana, era el "Boy Scout" de USA, el Golden Boy. A día de hoy, representar a Superman de esta manera solo puede llevar a ganarse una infamia como cineasta y como analista de lo más profundo del ser humano, nuestra alma.

Henry Cavill nos deleita con una magnífica reinterpretación del clásico personaje, y nos aporta algo que nunca habíamos visto en él: Conflicto Moral. ¿Que es un Dios entre seres inferiores? ¿Realmente debería molestarse en salvar a la humanidad? Superman siempre fue un personaje prominentemente plano, pocos podían hacerle frente y solo se movía por la simple razón de hacer lo correcto.

La cinta viene dividida en dos partes bien diferenciadas. Por un lado tenemos la muy cuidada parte de desarrollo de personajes, aderezada eso si con ciertas escenas cortas de acción que sirvan a este propósito, donde el diálogo es lo imperativo y donde podemos observar la moralidad de cada uno. La segunda es el enorme tercer acto que dura más de una hora, donde se nos proveé de las más impresionantes y realistas escenas de acción que puedo recordar en una película si tenemos en cuenta a que personaje está dirigida la película.

Los efectos especiales son lo más atractivo sin ninguna duda. Mientras que en otras en versiones pasadas Superman era pura gracia, aquí nos encontramos con una verdadera catástrofe viviente. Como es normal, si seres visiblemente invulnerables y de fuerza divina capaces de volar a Mach 26, arrasan todo a su paso. Si entes de tal capacidad combaten, es normal que el perdedor sea siempre el lugar donde o hagan. Y eso es lo que se nos muestra, una Metrópolis prácticamente reducida a cenizas al ocaso del film. Toda una hora de ostias puede resultar excesiva para los más conservadores, cierto es que no da un segundo de respiro y al final uno queda mentalmente agotado tras su visionado, pero considero que es indudablemente parte de su encanto.

Para enmarcar tenemos también el prólogo. 20 maravillosos minutos que se desarrollan en el planeta Kripton, donde Rusell Crowe en el papel de Jor-El nos deleita con una maravillosa actuación. No se queda atrás tampoco la actuación de Kevin Costner como Jonathan Kent. Estos dos portentos de la actuación consiguen que en sus limitadas apariciones en pantalla, la película sea básicamente suya.

Y no hace falta mencionar lo que Hans Zimmer hace aquí. Hace muchos años que este maldito genio se ganó el Olimpo de los músicos. No decepciona y nos deja verdaderas piezas de arte en forma de banda sonora.