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Voto de Luis Guillermo Cardona:
10
Romance. Comedia Jerry y Lucy Warriner están a punto de divorciarse y luchan por la custodia de su perro, Mr. Smith. Antes de que el divorcio se haga oficial, Jerry decide volver con Lucy, pero se entera de que ella va a casarse con un hombre que se ha hecho rico gracias al petróleo. Jerry contraataca anunciando su compromiso con la aristocrática Molly Lamont. (FILMAFFINITY)
17 de septiembre de 2014
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director Leo McCarey -a quien todos recordamos por la impecable “Duck Soup” con los Hermanos Marx-, alcanza su nivel más alto con “LA PÍCARA PURITANA”, una provocadora y magnífica locura, donde cada pieza encaja para darnos el más sobrio y refrescante motivo de entretenimiento. Sofisticada screwball comedy, condimentada con desternillantes situaciones y dulces travesuras; con un puñado de convincentes interpretaciones donde, ¡hasta el perro!, se merece diploma de honor; y una ejemplar lección de entendimiento y de perdón, para mantener en vilo lo que, con mucho esfuerzo, se construye en pareja a lo largo de los años.

Con otro brillante guión de Viña del Mar, quien se ha basado en la exitosa obra “La terrible verdad” del newyorkino Arthur Richman (1886-1944), el meollo del asunto es el propósito de Jerry y Lucy Warriner de separarse con juez a bordo, después de que ambos descubren que la fidelidad no ronda últimamente por su casa. El juez sentencia entonces que, el divorcio solo será válido dentro de 90 días contados a partir de la fecha, y definida –con fina trampa- la custodia de Mr. Smith, el astuto perro que tanto los unía, comienza para la separada pareja el firme propósito de rehacer sus vidas por otro camino, mientras que cada tanto, Lucy debe “soportar” la presencia de su cónyuge… aunque sólo sea para compartir los cariñitos de su mascota y darle la oportunidad de que estropee los progresos que viene alcanzando con su nuevo pretendiente oriundo de Oklahoma. ¡Alto riesgo de modales para tratar ganado!

La apreciable, Irene Dunne, se faja una interpretación dulce y desenfadada, con felices improvisaciones, y capaz de asumir cualquier procedente improcedencia que le permita empantanar los afanes de nueva boda de su apreciado “ex-marido”. Y, Cary Grant, le hace una efectiva oposición para procurar que tampoco ella logre su cometido.

Leo McCarey, ha merecido con creces su primer Oscar como director, pues ha dado a la comedia cinematográfica otra gran joya con la que podrán reír –y aprender una que otra cosa- las restantes generaciones. Apuntes como el diálogo del abogado con Lucy donde le dice lo hermoso que es el matrimonio mientras su esposa le demuestra su propia realidad. La huida de Daniel Leeson (un estupendo Ralph Bellamy) cuando descubre la trifulca que tiene lugar en casa de su prometida… o la preciosa alegoría que nos enseña el reloj con lo que ocurre entre la reanimada pareja, son ejemplo de comedia pura y dan cuenta de un realizador de primera clase.

Ah! Y queda bien clarito, que para hacerse merecedor al Amor de una mujer de Verdad, vale tener dinero, pero necesario es acompañarlo de buenas maneras, algo de sencillez, mucho de talento, abundante ternura… y una que otra pizca de buen gusto para asumir la vida con entusiasmo.
Luis Guillermo Cardona
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