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Voto de Luis Guillermo Cardona:
6
Drama. Romance. Thriller Perseguido por la policía, François (Jean Gabin) se refugia en una casa. Mientras está rodeado, va recordando cómo los conflictivos hechos de los últimos días lo han conducido hasta la apurada situación en la que se encuentra; su pasión por la florista Françoise (Jacqueline Laurent), su compleja relación con la prostituta Clara (Arletty) y el asesinato de Valentin (Jules Berry), un extraño personaje relacionado con ambas mujeres. (FILMAFFINITY) [+]
29 de septiembre de 2017
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine puede ser visto desde muy diversas perspectivas (argumentales, técnicas, narrativas, morales, políticas, sociológicas…) y el cine clásico, en particular, puede ser visto, además, desde la perspectiva espacio-temporal, mediante la cual puede definirse su permanencia en el tiempo, su anclaje en una época bien establecida o su entrada en completo desuso técnico-argumental, ya sea por la calidad de sus recursos formales, la aplicación del lenguaje puramente cinematográfico o desde su apoyo argumental, en razón de los avances culturales dados hasta el presente.

Una película como “AMANECE” que, en las enciclopedias y revistas especializadas, se asumió en su tiempo -y aún después- como un filme digno de incluirse entre los grandes clásicos: “Describe con eficacia el clima de pesadilla que se cierne sobre Europa en vísperas de la II Guerra mundial” (¿?), “La unidad formal de Le Jour se Lève que procede de su estructura dramática (…) hace de esta película un clásico”, “Fuerte ejemplo del realismo poético de la escuela francesa” … vale ahora, mirarla desde la perspectiva espacio-temporal y también técnico-argumental, con lo que podremos concluir si sigue, o no, siendo un gran clásico.

En tiempo presente, François, un hombre de mediana edad que acaba de dispararle a otro, se encierra en su pequeño apartamento, decidido a no dejarse atrapar tras la llegada de la policía a la cual espanta a tiros… viéndose, luego, rodeado y sin salida, pues, el hombre al que disparó muere al rodar por las escaleras. El escaso tiempo que le queda, el hombre lo aprovecha para recordar los hechos que lo fueron llevando hasta este deplorable día, y entonces, conoceremos su particular romance con una muchacha llamada Françoise.

La relación se desenvuelve en una suerte de cuarteto amoroso, pues, la chica tiene una extraña relación con Valentine, un domador de perros bien entrado en años, y la compañera de labores de éste, Clara, resultará prendada de François y él también de ella.

Desde la escena de las escaleras, el filme comienza a resentirse ahora, pues, la manera directa -sin efecto alguno- como el director, Marcel Carné, encuadra este hecho, lleva a que el impacto dramático resulte bastante pobre. Las huellas de los balazos en la puerta -que vemos mucho después de que François dispare-, más intragables aún, pues, es evidente que se hicieron con un taladro y de afuera hacia adentro... ¡y mejor ni hablar del procedimiento de la policía a lo largo de la película, porque -por ajustarse al tiempo narrativo- el director les hace lucir de una incompetencia que da ganas de llorar!

Cuando comienza la historia de amor entre el rústico François y la muy bella y delicada Françoise, comenzamos a sentir que, el personaje masculino resulta bien poco simpático, desde el mismo momento en que se dispone a seguirla y cae rendido a los encantos de Clara. No tardamos en comprender que, entre los hombres no hay ninguno con el que sea posible conectar… y son las mujeres las que, con su belleza, carácter y definición, imponen algo de luz a esta amarga y trágica historia, que tan sólo consigue demostrar lo poco que los hombres se merecen a las mujeres, por la manera casi siempre burda y abusiva como sostienen las relaciones.

La escena del asesinato, vuelve a dar prueba de una planificación que, además de acomodada, luce ahora bastante injustificada, pero, esto último se explica por las reservas de lenguaje que había que guardar en aquella época… y toca suponer que fue, por mucho más, que Valentine se mereció el disparo.

Jean Gabin, luce algo pesado como el tosco enamorado con mucho de explosivo y poco de romántico, pero mejor están, Arletty, como la hembra de muy preciso nombre: Clara. También, Jules Berry, refleja un gran histrionismo representando al domador de perros que también intenta domar a los hombres; y Jacqueline Laurent, como Françoise, llena la pantalla con su clásica belleza y con esa personalidad que somete a cualquiera.

Con estos elementos, ¿“AMANECE” conservará aún el calificativo de gran clásico? Yo creo que no.
Luis Guillermo Cardona
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