Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Luis Guillermo Cardona:
10
Intriga. Terror Una carta que hace sospechar que una joven desaparecida ha sido asesinada lleva al sargento Howie de Scotland Yard hasta Summerisle, una isla en la costa de Inglaterra. Allí el inspector se entera de que hay una especie de culto pagano, y conoce a Lord Summerisle, el líder religioso de la isla... (FILMAFFINITY)
14 de julio de 2010
16 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Summerisle, la gente vive alegre, canta en todos los rincones y hace el amor sin reserva alguna. Desde hace muchos años, los templos han sido abandonados, no hay sacerdotes y sólo rinden culto al dios del sol y a la diosa de las cosechas. En la escuela se enseña el culto al falo como símbolo de la fuerza reproductora de la naturaleza, y no se cree en la resurrección sino en la reencarnación, como constancia indeleble de la vida y la justicia eterna.

A esta pacífica isla, donde no se comete asesinato alguno, y que, contra lo que parezca, es un pueblo muy religioso, llega un día el sargento Neil Howei, para indagar sobre la desaparición de una niña de doce años llamada Rowan Morrison. Hombre de iglesia bastante conservador, el policía comienza a tejer toda una maraña que lo lleva a pensar en el asesinato de la joven entre aquella “licenciosa gente”, y desde entonces, todo el mundo allí resulta sospechoso de lo que, en definitiva, parece ser un espantoso crímen.

En el ambiente se conjuga una mezcla de erotismo pagano, con una alegría y una integración humana que exulta aquellos campos, y sobre todo la posada Green Man, donde los hombres se reúnen servidos por la preciosa Willow MacGregor (Britt Ekland), y cantan y bailan en un ambiente de festejo, que pareciera no acabar nunca.

El filme tiene una notable magia visual, un ambiente enigmático acompasado con proposiciones ideológicas bastante elocuentes, y unos textos poéticos admirables salidos de la pluma de Anthony Shaffer y quizás de algunos libros antiguos renovadores del pensamiento. Los cánticos del pueblo resultan exultantes, folclóricos, sensuales, y por momentos se tiene una sensación de haber entrado en otro mundo dentro de este mundo… haciéndose irresistible el deseo de estar allí en cuerpo y alma.

Imposible no entender la necesidad que adquiere el pueblo de preservar esta nueva cultura que genera comunidad, solidaridad y un sentir que se revela, merecidamente, contra viejas tradiciones que más daño que bien han hecho a la humanidad.

La cremación del hombre de mimbre, aún con el alma que lleva dentro, se me figura como el derribamiento de tradiciones oscurantistas que niegan la grandeza de los seres humanos, reprimen los deseos naturales y esclavizan con dogmas heredados del hombre primitivo.

“EL HOMBRE DE MIMBRE” es un filme que embelesa y es bien claro que, tanto Shaffer como su director Robin Hardy, tienen entre sus sienes el firme própósito de cuestionar los viejos paradigmas, con una propuesta de convivencia social que resulta muy, pero muy atractiva.
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow