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Voto de Luis Guillermo Cardona:
7
Aventuras. Drama Morel es un aventurero que viaja a una colonia francesa en África para luchar contra el exterminio indiscriminado de elefantes. Cuenta para ello con la ayuda de una nativa, de un excombatiente y de un presentador de televisión que se encargará de realizar un reportaje; pero tendrá también que enfrentarse con personas, cuyos intereses son opuestos a los suyos. (FILMAFFINITY)
14 de abril de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por diversas razones, entre las que sin duda pesa su origen lituano (Lituania hizo parte de la Unión Soviética) y que él nunca habló este idioma prefiriendo el ruso y el yídish, las obras de Romain Gary (nació como Рома́н Ка́цев > Roman Kacew, nombre con el que publicó sus tres primeras novelas) mantuvieron siempre dividida a la crítica… y la prueba de que los prejuicios mucho tenían que ver con sus orígenes, nos la ofreció el propio Gary cuando, tras haber ganado el premio Goncourt por “Les Racines du Ciel” (Las Raíces del Cielo, 1956), volvió a ganarlo por segunda vez cuando venía firmando como Émile Ajar, por la novela “La Vie Devant Soi” (1975), y los mismos críticos que antes lo acusaran de escribir “novelas románticas y anacrónicas”, ahora celebraban el “genio y la brillantez” del galardonado escritor.

Pero sí, trasladando nuestro pensamiento para ubicarnos en la mitad del siglo XX, sin duda resultaba “idealista” y “absurdo” que, en un mundo donde exterminar animales para comerlos o para comerciar con sus órganos era culturalmente legítimo en casi todas partes, de pronto surgiera un individuo que decide hablar por quienes no pueden hacerlo y que además tuviera la “osadía” de sostener que, el fin de las especies animales, sería también el de la especie humana. ¿De dónde salían tales premisas? ¿Cómo se atrevía a cuestionar una tradición que llevaba siglos siendo aceptada por las mayorías? ¿Quién era semejante “loco"?

Romain Gary, un hombre que hablaba y escribía con igual propiedad en ruso, francés, inglés y alemán, además de que se defendía en otros tantos idiomas; un hombre que fuera embajador en La Paz, Bolivia y cónsul general de Francia en Los Ángeles, California; un hombre que fuera representante de Francia ante la ONU y que tenía en su haber unas cuantas novelas… tenía, quizás, el suficiente bagaje cultural como para ver un poco (o mucho) más allá de lo que podíamos ver la mayoría de los mortales, y eso a muchos les ha merecido ser tildados de locos, comunistas y muchas otras cosas.

Cuando uno ve la película, “LAS RAÍCES DEL CIELO”, cuyo guion lo adaptara el propio Romain Gary con la colaboración de Patrick Leigh-Fermor, lo que descubre, ahora, es una propuesta de avanzada; un filme que se anticipó a su época para proponer algo que los países más civilizados del mundo aceptan, ahora, con toda naturalidad. El exterminio de las especies animales ya lo vemos como un hecho execrable: Una mujer que salga hoy día con un abrigo de visón o un hombre que exhiba en su casa piezas de animales como trofeos de caza, causan escozor y revelan un atraso absoluto… ¡No tardará el día en que, cualquier persona que aún siga comiendo carne de animal, acaso sea mirada como si fuera caníbal, pues, la evolución es imparable!

Huston falló al darle demasiada cabida a las reflexiones morales, ecológicas y filosóficas de la novela, pues, aunque se revelan del más alto interés y significado, por momentos lucen como frases aprendidas a las que falta espontaneidad. En cambio, faltaron más hechos que mostraran la relación del animal con el hombre y con el equilibrio ecológico. Morel, el carismático líder de la lucha proteccionista, ¡jamás toca o se relaciona directamente con animal alguno!... y en lo personal, lo eché bastante en falta.

Por lo demás, el filme nos ofrece una descollante fotografía y ambientación, y Trevor Howard como Morel; Errol Flynn como el alcohólico Forsythe; y Eddie Albert como el fotógrafo Fields, lucen magníficos en sus respectivas interpretaciones… y las reflexiones de Gary sobre la protección de las especies animales siguen haciendo historia.
Luis Guillermo Cardona
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