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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Drama En un pequeño pueblo de Castilla, en plena postguerra a mediados de los años cuarenta, Isabel y Ana, dos hermanas de ocho y seis años respectivamente, ven un domingo la película "El Doctor Frankenstein". A la pequeña la visión del film le causa tal impresión que no deja de hacer preguntas a su hermana mayor, que le asegura que el monstruo está vivo y se oculta cerca del pueblo. (FILMAFFINITY)
17 de septiembre de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un lugar de Segovia, de cuyo nombre me gusta acordarme, hace algún tiempo vivía una niña de aquellas que te acarician el alma. Hoyuelos es un pueblo pobre, pero su nombre parece extraído de aquellas niñas que, contra todo, iluminan los hogares y los caminos, y con sus risas y fantasías, dan a la vida magníficos relieves, cubriéndola de esperanza.

Ana tiene una hermanita, y con ella ha asistido a la presentación que, en el improvisado salón del ayuntamiento, han hecho de la película “El Doctor Frankenstein”. Y aquellas imágenes del monstruo cargando a la niña que acaba de morir, quedan grabadas en su mente, pero el horror que podría haber en ellas queda desvanecido con las sabias y poéticas palabras con que, su hermana Isabel, despeja luego sus cavilaciones.

Víctor Erice consigue, con “EL ESPÍRITU DE LA COLMENA”, un filme que acaricia nuestra sensibilidad, acercándonos con el más fino tacto a esa esencia infantil que desborda creatividad, ilusión, poesía, ternura, belleza, ensueño… Lo que iba a ser un filme de terror por encargo, el fatum transformó en una manifestación del ser profundo y comprometido con el humanismo, que hay en este director que se merecería muchas más oportunidades.

Isabel Tellería, y sobre todo esa angelical Ana Torrent de 7 años, que tiene aquí su magnífico debut, logran semblanzas que se guardan en la memoria como bello recuerdo de la grandeza infantil, cuya mente pareciera la única capaz de ver, en el monstruo, su oculto lado de bondad y de inocencia. En su encuentro con aquel rebelde, fugitivo de las fuerzas del Estado, Anna demuestra que está capacitada para ver con amor al peor de los condenados, y más cuando pareciera presentir que el monstruo suele anidar más en los que condenan que en aquellos que son los perseguidos.

Con otros tantos recursos argumentales que hubiesen facilitado un guión más voluminoso, creo que, Erice, hubiera logrado una obra maestra. Pero debo decir, que su notable filme se empaña con demasiados desplazamientos y con unas cuantas situaciones que solo lucen con un único propósito: alargar unos cuantos metros pues, dada la brevedad de la historia, parece que, con una edición en rigor significante, no hubiese dado para ajustar un largometraje. Así, el filme cae en momentos undívagos, y como una luz que prende y apaga, no se logra la continuidad rítmica que se merecían tan bellos personajes. El personaje del padre, resulta innecesaria -y casi improcedentemente- representado por el gran Fernando Fernán Gómez, pues su breve rol no requería de semejante talento para tan escaso compromiso. La madre (Teresa Gimpera) tampoco tiene suficiente vuelo y quizás en ambos cabía agregar algo de lo que quedó faltando.

No ha sido otro mi deseo que poner en estima de los hombres las bellas y emotivas imágenes de este filme que, aún con sus leves tropiezos permanecerá muy alto, sin duda alguna. Vale.
Luis Guillermo Cardona
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