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Voto de Luis Guillermo Cardona:
10
Western Poco después de la Guerra de Secesión norteamericana (1861-1865), Steve Sinclair (Robert Taylor), un antiguo pistolero reformado, se dedica a criar ganado en su rancho y lleva una vida pacífica. Su única preocupación es Tony (John Cassavetes), su hermano menor, un joven desequilibrado, inmaduro y fanfarrón al que Steve no ha conseguido enderezar. Cuando Tony regresa al rancho, acompañado de una desconocida (Julie London) con la que ... [+]
12 de septiembre de 2021
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante La Guerra de Secesión, lo dice su hermano Tony, “Steve (Sinclair) fue miembro de la pandilla de (William C.) Quantrill”. Y ¿quién era Quantrill?, por si alguien se lo pregunta, fue un desadaptado paramilitar que se dedicaba a cometer atropellos y masacres en los caseríos a nombre de “la causa del sur”. En la película solo se menciona su nombre, pero, quien conozca estos datos, enseguida imagina qué clase de papel jugó Sinclair en aquella cuadrilla. Después, Steve fue un famoso pistolero que con su pistola “saddle the wind” (ensillaba al viento). Metáfora en alusión a la velocidad con que desenfundaba, lo que lo convirtió en el pistolero más rápido del oeste, y de esta manera, liquidó al menos a cinco hombres.

No obstante que, Steve viene desde hace años buscando redimirse y ser un hombre útil a la sociedad, en su hermano menor Tony -ahora hecho un hombre, pero no derecho-, se ha despertado el ansia de ser tan buen tirador como su hermano, pues, espera ser él el que, ahora, lo proteja.

A partir de ese momento, <<MÁS RÁPIDO QUE EL VIENTO>>, se convierte en un sólido estudio psicológico magníficamente escrito por, Rod Serling, a partir de una historia de Thomas Thompson; pero, lamentablemente, el título se convierte en una trampa, pues, tanto a Serling como al director Robert Parrish, no era darles a los pistoleros ocasiones de ostentar su rapidez con las pistolas lo que les interesaba, sino servirse de su choque de caracteres para caracterizar a una sociedad que, antes que avanzar, retrocede deplorablemente. El propósito, bien claro, era hacer un filme adulto con muy sólidos y progresistas personajes, a los que se suma el terrateniente Dennis Deneen, y también la guapa cantante, Joan Blake, quien ahora busca una vida en paz lejos de los vulgares manoseadores que se encuentran en los bares.

La historia es ejemplar, contada con una precisa puesta en escena en un cinemascope impecable; con unos diálogos muy fluidos y de la mejor cosecha; y sobre todo, con un deseo ferviente de que la sociedad estadounidense -dominada ¡desde 1871! por la ambiciosa e inescrupulosa Asociación Nacional del Rifle (NRA)- por fin un día, alcance la civilización. Esa búsqueda del respeto que la sociedad entera debe a los soldados de la Unión que, con su denodado esfuerzo y con su sangre, forjaron una sociedad más libre, resulta aquí admirable y, sin duda, es uno de los puntos más altos de la película.

Tengo que decirlo, la película por todo esto fue un fracaso de taquilla. Los críticos conservadores le hicieron la mala atmósfera, y los espectadores que solo esperan balaceras y tipos rudos, salieron desencantados. Pero, contra todo, estamos ante un western maduro, edificante y con unos personajes (Steve, Joan, Deneen, Clay… y hasta Manuelo) que quisiéramos ver con más frecuencia en nuestra sociedad.

El director, Robert Parrish -quien, cuando terminaba el filme enfermó y debió ser reemplazado en algunas escenas por John Sturges- atinó plenamente al escoger su reparto: Robert Taylor, muy preciso como el hombre dispuesto a escapar de su pasado; y mejor aún están, John Cassavetes como el obstinado Tony; Donald Crisp, el progresista y generoso terrateniente; Royal Dano, el oficial de la Unión que lucha por sus derechos; y Julie London, la atinada cantante que siempre comprende cuando es necesario elegir otro camino.

Título para Latinoamérica: FURIA MALDITA
Luis Guillermo Cardona
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