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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Drama Reconstrucción de los acontecimientos ocurridos desde Febrero hasta Octubre de 1917. Una película en la que, siguiendo la filosofía comunista, no había personajes principales. La habilidad de Eisenstein y su experiencia se ve en los rápidos movimientos y en el ritmo en el montaje, así como en la construcción de intensas secuencias que no fueron bien entendidas por las tempranas generaciones rusas. El estreno se retrasó hasta 1928 debido ... [+]
25 de octubre de 2017
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de la abdicación, en el mes de marzo, del oscuro zar Nikolái II, el 10 de octubre de 1917, fue la gran fecha clave en la historia Rusa, pues, fue en ese día cuando, reunido con el comité central, Vladimir Ilich Uliánov, mejor conocido como Lenin (seudónimo derivado del río Lena), consiguió el voto unánime de sus camaradas para dar el golpe definitivo al gobierno provisional que, en cabeza del ministro de guerra, Aleksandr Kérenski, seguía aferrado al poder, pues, sólo con su caída sería posible consolidar la Revolución Bolchevique. La intervención de Lenin fue contundente y sus palabras contenían tanto ímpetu de justicia, tanta fe en el triunfo, y tanta esperanza de un mundo mejor para el mancillado pueblo que, enseguida venció las resistencias que aún se venían dando y la mesa, en pleno, levantó las manos para apoyarlo.

El pueblo ruso estaba ya harto del despotismo y la ineptitud del zarismo, de los atropellos que se daban cada día contra los obreros y los campesinos, y de los privilegios y excesos de la aristocracia a costa del hambre y la miseria de las mayorías.

Pero, en los días que siguieron al 10 de octubre, los bolcheviques de Petrogrado y del resto del país, demostraron su capacidad de aunar fuerzas y voluntades con un mismo propósito; las tácticas y estrategias planteadas por sus líderes se ejecutaron con la precisión de un buen reloj… y la revolución obrera y campesina, siguió cobrando poder hasta lograr el derrocamiento -y rendimiento parcial- del ejército de la muerte que custodiaba a Kerenski. El palacio de gobierno, con sus ¡1.100 habitaciones!, quedó, desde entonces, en manos del proletariado y, el miércoles 25 de octubre de 1917, se declaró por fin ¡el triunfo de la revolución!

Diez años después, mientras hallábase rodando, junto a Grigori Aleksandrov, “Lo viejo y lo nuevo” -un semidocumental en el que hacía encomio de los avances que estaban permitiendo los koljós y la mecanización de la agricultura-, el director, Sergei M. Eisenstein, fue llamado de urgencia para producir un nuevo filme que sirviera de entrada en las festividades del 10° Aniversario de la Revolución. Iósif Stalin, le ofreció el apoyo irrestricto de las autoridades; tuvo carta blanca para utilizar cualquiera de las instalaciones del gobierno; la, ahora llamada Leningrado, quedó a su total disposición para abrir o cerrar los espacios que necesitase… y para que el filme quedase como un gran documento histórico, los verdaderos protagonistas de la guerra civil, estuvieron siempre a su servicio.

Tras seis meses de rodaje y 150 mil pies de película, el resultado fue un filme que se resiente por la premura con la que tuvo que hacerse, pues, es evidente que el montaje no fue tan exhaustivo como hubiese querido Eisenstein, ni la selección de escenas tan cuidada como en “El Acorazado Potemkin”. Luego, la injerencia de Stalin para que se cortara todo lo alusivo a Lev Trotski -quien acababa de ser expulsado del buró político-, alteraría la edición ya realizada… y en honor a la objetividad, necesario es decir que a, Eisenstein, se le olvidó que estaba haciendo un filme especialmente dirigido a las masas, y lo sobrecargó con simbologías y con planos analógicos que, en forma alguna, quedaban a su alcance interpretativo. De aquí, las fuertes y comprensibles palabras que diría, luego, Iósif Stalin, en una conferencia por la Unión integral del partido, donde se incluyó el tema del cine: “Un criterio necesario para considerar las cualidades artísticas de una película, es tomar en consideración el hecho de que, ésta, sea presentada en una forma tal que resulte comprensible para las mayorías”.

Sin embargo, <<OCTUBRE>> hizo historia. Primero, porque no rinde culto a personalidad alguna. Aquí los protagonistas no son Lenin, ni Stalin, ni ninguno de los miembros del politburó, sino ese proletariado que lo dio todo para liberarse de las cadenas. Después, al contar con la presencia de los verdaderos protagonistas de La Revolución Bolchevique, y recrear las escenas en los lugares exactos donde ocurrieron los hechos, el filme cobra una gran autenticidad como documento histórico; y finalmente, el talento de Eisenstein, brilla en trascendentales momentos, y ese exquisito gusto a arte, queda guardado para siempre en nuestra memoria.
Luis Guillermo Cardona
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