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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Comedia. Drama. Musical La historia comienza con el inminente concurso que se celebra en el instituto Shibazaki y con la separación de la banda. Su cofundadora, Kei, decide pedir a la estudiante de intercambio coreana, Son, que sea la vocalista del grupo. El problema es que Son no se sabe las canciones y apenas habla japonés y sólo quedan tres días para el concurso. (FILMAFFINITY)
17 de octubre de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizás cueste un poco meterse en la historia de esta película, porque es tan natural, tan cotidiana, tan ajena a cualquier tipo de trampas argumentales, que nos da la sensación de estar viendo a las chicas de nuestro barrio, en sus casas y en la calle a la salida del colegio. Sin embargo, llega el momento en que uno siente, irremediablemente, que aquellas cuatro chicas que protagonizan el filme, se le han metido en el alma y que tenemos ya el deseo de saber todo lo que ocurre con sus vidas. Es algo así como el amor: ves a una chica muchos días, la observas desplazarse, la oyes hablar y pareciera que no pasa nada… pero un día cualquiera, te cruzas de nuevo con ella… la ves sonreír… la miras a los ojos… y sientes entonces que, en el rinconcito más enamorado y dulce de tu corazón, esa muchacha está ocupando ya un lugar privilegiado.

Algo así, es lo que yo sentí con Kei, con Kyoko y con Son, en ese orden (Nozomi tiene menos espacio en el filme y por esa razón permanece un poco más distante de nuestros afectos). Y entonces surge una necesaria pregunta: ¿Qué es lo que hace que nos enamoremos de ellas? El amor pareciera no tener razones, pero sin embargo las tiene. A mi me atrajo profundamente su gran madurez para asumir los obstáculos, su sencillez ante la vida, su adaptabilidad, su respeto por la amistad y por las diferencias, y su capacidad de aceptar lo que ocurre como si entendieran claramente que nunca sucede nada mejor que lo que al final sucede. El único interés del grupo “Paran Maum” (Corazones azules, en coreano), como al final deciden llamarse aquellas magníficas chicas, alumnas de la secundaria Shibazaki, es hacer una presentación digna en el festival de música de aquel año 2004.

Su repertorio lo han tomado de viejas canciones “Linda Linda Linda”, “Mi Mano derecha” y Una canción sin fin”, y en vista de las diferencias que se han dado entre Kei y Rinko la cantante del grupo, ésta se ha retirado, pero Kei espontáneamente, resuelve el problema convocando a Son, una estudiante de intercambio de origen coreano, que tendrá tres días para aprenderse las canciones con su reducido japonés.

La cotidianidad de esta preparatoria está llena de ternura, solidaridad, empatía y compromiso, y cuando las chicas salen descalzas (ligeras de intereses materiales) al escenario, para cantar ante sus condiscípulos, pareciera que también estos hubieran visionado su experiencia, porque ellas convocan como nadie y pronto conectan a todo el mundo con el mensaje de sus canciones. Esto, a tal punto, que grabaron un CD que obtuvo notable éxito en Corea y en Japón. Y es muy cierto, “existe una belleza que no se puede fotografiar” porque se encuentra en el alma, y para poder apreciarla, tienes que descubrir la grandeza que posee cada ser humano.

Yu Kashii, Aki Maeda, Doo-Na Bae, quedan guardadas en lo profundo de mi corazón, pues sus personajes son ejemplo de la profundidad que puede haber en lo más sencillo.
Luis Guillermo Cardona
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