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Voto de Luis Guillermo Cardona:
6
Western Kansas, 1866. Un forastero (Errol Flynn) intenta imponer el orden y la justicia en Dodge City, una próspera ciudad a la que llega el ferrocarril, pero que está dominada por un cacique y su banda de pistoleros. En su empeño cuenta con el apoyo de la sobrina del médico local (Olivia de Havilland). (FILMAFFINITY)
17 de diciembre de 2010
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras haber obtenido el primer Premio Oscar por su único cortometraje, “Sons of Liberty” (1939), en el cual narraba las experiencias del colono judío-polaco, Haym Solomon, la Warner Bros. decidió asignar a, Michael Curtiz, un western que había escrito Robert Buckner, siguiéndole los pasos al popular sheriff, Wyatt Earp, en su época de Tombstone. Sin embargo, el mismo Curtiz, reforzó dicho guion con apartes de la novela de, Stuart N. Lake, “Frontier Marshall”.

Representado con gran carisma por, Errol Flynn -pese a que le gustaban poco los westerns-, Earp es aquí llamado, Wade Hatton, y la historia es ambientada en Dodge City, un pueblo fundado por un veterano coronel, el cual se convierte en el mayor centro ganadero del mundo y, en consecuencia, colmado de colonos, ladrones, prostitutas, tahúres… y temibles pistoleros. Entre tanto, la llegada del ferrocarril, está dejando de lado a los correos en diligencia que tardaban días, y a veces hasta semanas para llegar a su destino.

Por quinta vez, la adorable Olivia de Havilland, es la mujer que, Flynn, guarda con dolorida esperanza en su corazón, aunque antes tendrá que verse abocado a sanear sus resentidos sentimientos. El romance ocupa, pues, su justo lugar, mientras el héroe -quien siempre anda acompañado por dos simpáticos tontuelos-, se decide a convertirse en el sheriff de una loca ciudad donde, el inescrupuloso Jeff Surrett y su pandilla, imponen la ley del más fuerte y asesinan por conveniencia.

El filme tiene momentos muy logrados como el rescate del pequeño cuidador de caballos a quien arrastra una bestia desbocada; la masiva pelea en el bar que, luego, sería imitada un sinnúmero de veces; y la secuencia del tren en llamas, donde Curtiz demuestra su solvencia para planear inolvidables escenas de acción. Empero, la escena de la estampida resulta incoherente, y a la historia, en general, le hace falta conflicto e intriga, pues, se centra demasiado en situaciones de comedia ligera y en el romance entre Wade y Abbie, teniendo que esperar hasta que alguien se mete con el director del Star, para que la trama tome por fin un buen rumbo estilo western.

Una impecable factura, con imágenes de gran preciosismo visual del siempre efectivo Sol Polito, una edición ágil y cuidada, y otra emotiva partitura de Max Steiner, realzan una aventura que, pese a todo, entretiene y que tuvo, tan notable éxito en taquilla, que dejó sentada una tríada que proseguiría con, “Virginia City” y “Santa Fe Trail”.

Título para Latinoamérica: ESCLAVOS DEL ORO
Luis Guillermo Cardona
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