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Voto de Luis Guillermo Cardona:
10
Drama Dos sistemas: por una parte, la maquinaria nazi y, por otra, la diplomacia del Vaticano y de los Aliados. Pero dos hombres luchan desde dentro. El primero es Kurt Gerstein (personaje real), químico y miembro de las SS que se encarga de suministrar el gas Ziklon B a los campos de la muerte. Pero eso no le impide denunciar los crímenes nazis a los aliados, al Papa e incluso a los miembros de la Iglesia alemana a la que pertenece, ... [+]
24 de octubre de 2016
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Bienaventurados los que deciden ser instrumentos de Dios en el infierno! La humanidad estará eternamente agradecida con aquellos que ya no aceptan más las infamias y vejámenes que causa el grupo ilegal (o ‘legal’) al que pertenecen y deciden contar la verdad para que, por fin, se haga justicia. A los que hacen delación de atrocidades, desfalcos, explotación ilegal, violaciones continuadas y otros graves delitos, no se les puede considerar traidores, pues, traición, es implicar, entregar (o asesinar) al que hace lo que es justo, para sacarlo de su camino (Judas es ejemplo de traidor). Informantes de Conciencia, es como, meritoriamente, debe llamarse a las personas que, habiendo desviado su camino, deciden redimirse y corregir lo que puedan, confesando ante las autoridades o los medios lo que saben.

También entre los nazis, hubo seres de luz para los que, cada acto atroz que sus ejércitos y policía cometían, en vez de acostumbrarlos a la infamia, les iba despertando la conciencia de repudio y abominación por el medio en el que se encontraban. Entonces, a todo riesgo y con la inamisible esperanza de redimirse, se convertían en instrumentos del bien y comenzaban a buscar la manera de parar aquel río de crueldad y muerte indiscriminada que, cada nueva jornada, se tornaba más y más intenso.

“AMÉN.”, es una película vigorosa, apasionada y veraz hasta el último detalle, en la que podremos conocer al teniente de las SS, Kurt Gerstein, el hombre de ciencia que proporcionaba a los nazis el gas Zyklon (a base de ácido prúsico=cianúrico) con el que, suponía, exterminaban los parásitos que causaban las epidemias, hasta que se enteró de que, lo que sus dirigentes, principalmente, llamaban parásitos, eran los discapacitados, los judíos, homosexuales y las minorías raciales, a quienes gaseaban por decenas, por cientos, por miles, ¡por millones!... causando a mucha gente inocente una muerte infame. ¡El más horrendo irrespeto a la diferencia que se haya dado en la historia de la humanidad!

Basado en la obra “Der Stellvertreter” (El Vicario) que, Rolf Hochhuth, el autor más representativo del teatro documental alemán, publicara en 1963 -la cual hizo roncha por sus aseveraciones, también confirmadas por David Yallop (“En nombre de Dios”), del indiferente y cobarde papel que, durante el conflicto, jugara el papa Pio XII-, Costa-Gavras, en colaboración con Claude Grumberg, vuelve a ocuparse otra vez del guion y de la dirección, de un filme relevante por su imponente puesta en escena, y sobre todo, por la minuciosa recreación de hechos, hasta entonces, no revelados.

Con diálogos donde no sobra ni una sola línea y con unas caracterizaciones de la más alta eficacia (Ulrich Tukur, Mathieu Kassovitz, Ulrich Mühe… ¡impecables!) la historia sube a flote a aquellos seres de luz que, un día, sacan la cara hasta en las más vergonzosas instituciones. Y su brillo se vuelve sagrado, porque su valor luce alentado por fuerzas superiores que parecieran decirles que, morir será tan sólo volver a La Gran Vida, algo que no ha podido entender papa alguno… aunque, quizás, Juan Pablo I consiguió entenderlo.

“Hay una vida tal como es y hay una vida como debiera ser”. ¿Cuándo comenzarás, tú, que estás en ocasión de redimirte, a contribuir para que la verdad salga a la luz y la vida comience a ser como debiera ser?

¡Ah! Y mucho, pero mucho cuidado, con aquellas “misiones cristianas de utilidad pública”, porque, en su mayoría, sólo suelen ser ‘útiles’ para quienes las dirigen. Si buscas a Dios, en tu corazón podrás encontrarlo.

Amén.
Luis Guillermo Cardona
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