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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Drama. Bélico Segunda Guerra Mundial. Estando Roma ocupada por los nazis, la temible Gestapo trata de arrestar al ingeniero Manfredi (Marcello Pagliero), un comunista que es el líder del Comité Nacional de Liberación. Pero en la redada Manfredi consigue escapar y pide ayuda a Francesco, un camarada tipógrafo que en unos días se casará con su novia Pina (Anna Magnani), una viuda con un niño. Además el cura de la parroquia, Don Pietro (Aldo Fabrizi), ... [+]
15 de abril de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras la cruenta e inhumana II Guerra Mundial, Italia, que había quedado semidestruida y en la casi total ruina económica, necesitaba hablar… necesitaba decirle al mundo que el fascismo era el peor engendro del mundo moderno… necesitaba mostrar las ruinas en que habían convertido a sus ciudades, tras el arrasamiento indiscriminado de las fuerzas en confrontación… necesitaba que se compadeciera y solidarizara el mundo con el sufrimiento y la miseria de su gente: las carencias de los niños, el doloroso final de sus ancianos, la difícil subsistencia de la mujer… y también deseaba que se exaltara el férreo compromiso y el espíritu heroico de sus mejores hombres. A todo ésto, se comprometió el Neorrealismo, el movimiento cinematográfico que tuvo su gran auge a partir de 1942.

Realismo, verdad, objetividad; imágenes documentales o cuasi-documentales que mostraran las cosas sin artificios; el pueblo como protagonista o como eje argumental de sus historias; y un compromiso con el bien común, visto desde una perspectiva de izquierda, espiritual y profundamente sensible. No por nada, de este gran momento del cine surgirían algunas de las más memorables obras maestras que nos haya dado el arte cinematográfico.

Para el director, Roberto Rossellini, “el realismo es una necesidad del hombre moderno de decir las cosas cómo son, de ver a los hombres tal cual son, sin necesidad de recurrir a la estratagema de inventar lo extraordinario con rebuscamiento. Es un deseo de aclararnos a nosotros mismos y de no ignorar la realidad cualquiera que ésta sea”. (1) Exactamente ajustado a éstas palabras, hizo surgir esa obra vital e imperecedera que, en los anales del Neorrealismo figura como, <<ROMA CIUDAD ABIERTA>>.

Historia de un sacerdote, Don Pietro Pellegrini, la suerte de hombre que dignifica y preserva viva a una institución en la que abundan las sombras a todo lo largo de su historia. También, el drama de un representante del pueblo, ‘Giorgio Manfredi’, de esa suerte de afiliación, liderazgo y compromiso que lleva al hombre a estar dispuesto a llegar hasta el mayor de los sacrificios; y es también, la bella aventura de una ama de casa, Doña Pina, lista a estar donde la vida la reclame, para contribuir al bien común y respaldar a la resistencia. Estos dos últimos personajes, se basaron en, Cesare Negarville y en Teresa Gullace, dos partisanos de la vida real.

Aldo Fabrizi (el cura) y Anna Magnani (Pina), fueron los únicos actores profesionales, a los que se sumó el debutante, Marcello Pagliero (Luigi), y el resto, fue gente del pueblo que sufre en la película la suerte de difíciles experiencias que estaban padeciendo en la vida real.

Cuando comenzaba la gradual y lenta caída del nazi-fascismo, se inició el rodaje de ésta valiosa película, en las propias fauces de los alemanes y a riesgo de que la labor fuera sorprendida y aplastada en cualquier momento. Durante el proceso, hasta el propio co-guionista, Sergio Amidei, prestó su casa para que, en cierto momento, se ocultara allí el auténtico partisano, Negarville.

<<ROMA CIUDAD ABIERTA>>, fortaleció el camino de un cine verista y natural que, luego de verlo nunca se olvida, porque habla del hombre como debe ser: Dispuesto a mostrarlo en toda su grandeza y con el más firme interés de dignificar su historia.

(1) Revista Retrospettive N°4. 1953.
Luis Guillermo Cardona
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