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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Drama Con determinación y resistencia física, agresividad e inteligencia, Muhammad Ali, llamado antes de convertirse al islam Cassius Clay, transformó para siempre la vida de muchos americanos. Sus combates, tanto fuera como dentro del ring, le hicieron conocer todos los lados de la vida. Belinda, su esposa; Angelo Dundee, su entrenador; Brew Brown, su consejero; Howard Bingham, su fotógrafo y biógrafo; y Fernie Pacheco, su doctor, todos ... [+]
2 de mayo de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, era un bocazas, un jactancioso, un burletero, un mujeriego… y de seguro muchas otras cosas. Pero aún, es el boxeador más grande de la historia, y fue un hombre comprometido con los derechos civiles como muy pocos deportistas lo han sido en época alguna.

Ya que odiaba llamarse Cassius Clay por considerarlo nombre de esclavo, al convertise al islamismo se le asignó el honroso nombre de Muhammad Ali, que él comenzó a llevar con el mayor orgullo. Por esta razón no bebía ni fumaba, y así -además de la soberbia-, el otro pecado capital que jamás pudo vencer fue el de la lujuria, porque las mujeres hermosas lo ponían siempre a pararse en la cabeza.

Amigo del gran orador y líder por la causa de los afrodescendientes, Malcolm X, Ali hizo suya esta lucha y tomó toda suerte de riesgos para no traicionar sus principios bajo ninguna circunstancia. Por esto, se negó rotundamente a ser reclutado para luchar en la guerra contra el Vietnam, pese a que podía ser condenado a cinco años de cárcel y a una multa de diez mil dólares. Su declaración fue contundente:

"¿Por qué me piden que vaya a diez mil millas de mi casa, a tirar bombas y a abalear a gente de piel oscura, mientras los negros de Louisville son tratados como perros y se les niegan hasta los más simples derechos humanos? No voy a ir a incendiar y a asesinar a otra nación pobre, solo para que los esclavistas blancos continúen con su dominación".

Esta era la voz de un hombre comprometido, derecho, con conciencia de clase. Y al saberlo así, su megalomanía sonaba a broma, a rezago infantil y a ese afán provocador que juega su rol en el negocio publicitario. Porque, otra cosa que no puede negarle nadie, es que Muhammad Ali tenía un estupendo sentido del humor:

"Soy tan rápido, que anoche en el hotel apagué el interruptor de la luz… y me metí en la cama antes de que el cuarto estuviese a oscuras”.

En “ALI”, Michael Mann nos muestra al ser humano con todos sus matices, y hace tanto o más hincapié en su compromiso político y en su quehacer personal, que en su carrera boxística ya harto conocida por todos. Siento que podrían sobrar algunos metros de película, pero en general, el filme brilla con esa semblanza humana hecha con gracia y sensibilidad. Y sin duda, consigue que veamos la grandeza de espíritu que había en aquel campeón que aún continúa haciendo historia.

Título para Latinoamérica: “MUHAMMAD ALI”
Luis Guillermo Cardona
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