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Voto de Luis Guillermo Cardona:
7
Intriga. Romance Un ladrón amateur de guante blanco (Niven) encuentra apasionante e incluso divertido actuar como un "Robin Hood" moderno. Para él robar el corazón de una dama no es tan peligroso como robar una pintura de valor incalculable, pero cuando consigue combinar ambas cosas, la emoción supera todos los límites. (FILMAFFINITY)
10 de mayo de 2010
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé qué piensen ustedes pero, en lo que a mi respecta, desde chico me resultaron encantadores aquellos héroes cinematográficos marginales y arriesgados que robaban a los ricos para dárselo a los pobres. Los asaltantes de bancos -que sin hacer un disparo desocupaban las cajas fuertes- me motivaban aplausos, y todo aquel que expusiera su vida para dignificar al pueblo, se merecía un buen lugar en el rincón más agradecido de mi corazón.

Robin Hood era el prototipo, y después conocimos al Capitán Blood y al Pirata Hidalgo… hasta llegar a este Raffles en ambiente moderno quien, además de ser un famoso jugador de críquet, de cuando en cuando hurta en una galería de arte, en una ostentosa joyería o le roba a cualquier señora aristocrática algún collar que, luego, con algún necesitado hace devolver, para que, así, a éste le paguen la recompensa. Es decir, Raffles es un ladrón devolvedor. Roba con elegancia, pero de mentiritas.

Y lo que más nos gusta de Raffles es que es un galán, elegante, bien hablado, caballeroso y capaz de llevarse de maravillas hasta con el sabueso que lo persigue dispuesto a pescarlo como a un buen salmón. Entre tanto, enamora y termina haciendo su cómplice a la misma mujer que, un día, también se metiera en el corazón de Hood y hasta del mismo Blood ¿pueden creerlo?

Bueno, lo explicaré por si alguien no está al día: David Niven hace de Raffles “El ladrón aficionado” como él mismo firma sus mensajes de despedida. Y Olivia de Havilland, la enamorada de Errol Flynn en “Robin de los Bosques” y en “El Capitán Blood”, es ahora Gwen, la chica que de nuevo se gana el corazón del héroe de turno. Y para eso tiene con qué: belleza, dulzura, constancia y accesibilidad. Una dona con crema chantilly.

El filme tiene encanto, curiosas estratagemas, agudeza de ingenio y una que otra situación realmente divertida. La historia atrapa sin dificultad alguna y uno se siente bastante a gusto con un puñado de encantadores personajes. Créanme, es una película de detectives… y aquí no hay malos, todo el mundo es casi honrado. No por nada, la misma historia fue llevada al cine –en apenas 23 años- en cuatro exitosas ocasiones.
Luis Guillermo Cardona
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