Laura, está casada con Fred Jesson, tienen dos hijos y su matrimonio podría considerarse satisfactorio, aunque Fred parece prestar, ahora, más atención a los crucigramas que a su propia esposa. Alec Harvey, es un médico internista, también casado... y un día cualquiera, se cruzará con Laura, en una estación de trenes, cuando ella trata de sacarse una molesta arenilla que le ha entrado en un ojo y, el Dr. Harvey, con su experiencia lo resuelve enseguida. El destino o quizás los deseos que nacen en ambos, en ese pequeño acto solidario, donde el uno da complacido y la otra recibe agradecida, hacen que se den nuevas ocasiones de encuentro en donde, pronto, nace el amor. Ambos se han resistido a la primera atracción y eso, precisamente, es lo que hace más fuerte el interés del uno por el otro, pues, aquello que resistes lo conservas en la memoria y de esta manera lo atraes irremisiblemente.

Los encuentros son furtivos, y como en el romance de dos adolescentes, hay lugar para ruborizarse... para las mentirillas de coartada... para el beso a hurtadillas… y hasta para buscar aquel íntimo lugar que permita la realización de un sueño.

Pero, un imperativo cultural, unas ceñidas reglas morales, y un deber ser que implica el respeto por la pareja legitimada por la ley y por los años, hacen que el miedo palpite en aquellos corazones que ahora retienen la dicha de sentirse enamorados... y es este miedo el que todo lo hace posible, pero imposible; al alcance, pero sin poder atraparlo; con afanes de eternidad, pero, destinado talvez a un breve y romántico encuentro de unas pocas semanas.

Celia Johnson y Trevor Howard, dan vida a dos seres comunes, pero tan vitales, humanos y plenos, que logran acariciarnos en todo el plexo solar y nos traen la añoranza por el romanticismo de otrora. Cada uno valora lo que tiene, reconoce su importancia, pero el renacer de la plenitud afectiva sólo se conserva hasta que la relación se relaja en la rutina... y es, entonces, cuando pesa la novedad, el sentirte perfecto -aunque sea ilusamente- para otra persona... y el recibir, de ese ser, solamente palabras, miradas, sonrisas… y acciones cargadas del más dulce afecto.

Con <<BREVE ENCUENTRO>>, el director, David Lean, ha puesto su mejor sello en una preciosa historia que apunta al corazón más que a la mente y, con su mesura y encanto, nos devuelve a aquel pasado cuando todos los días nos resultaban perfectos.

¡Que por toda la eternidad se preserve vivo el incomparable derecho a soñar!

Título para Latinoamérica: LO QUE NO FUE