Los maestros dicen: “La espiritualidad es lo que permite al hombre su transformación interior”. En tal sentido, la naturaleza es espiritual... el hombre es espiritual... el universo es espiritual… pero, sólo cuando sabes verlos, porque, si los miras con los ojos y el corazón apagados, no verás más que sombras que alimentan sinsentidos. En cambio, cuando los miras con la mente abierta y el corazón bien predispuesto, verás más allá de lo que se ve a simple vista y te conectarás con el poder espiritual que palpita en cada ser y en cada cosa que en el mundo existe.

¡Cuánta sabiduría fluye en el campo!, y Dersú Uzalá, el anciano cazador errante, con los ojos muy atentos y el corazón henchido, ha logrado penetrarlo en su sabiduría y comparte con él las reglas de la verdadera generosidad: Hace el bien sin esperar que se enteren; es solidario porque comprende que, el otro, es él mismo; caza animales, pero exclusivamente los que necesita para su sustento; acepta la vida como viene, pues, tiene por cierto que ésta le da siempre lo que corresponde a la calidad de sus acciones; no posee nada porque sabe que todo pertenece a todos; y aquello que él tiene lo comparte, incluso anticipándose al futuro que, bien sabe, no es más que un eterno presente.

Un capitán ruso, que con algunos hombres se encuentra en expedición por la taiga China, convierte a Dersú en su guía, pero, más que señalarle caminos por los cuales dirigir sus botas, el sabio anciano les muestra, sin proponérselo, el mayor de los caminos: Aquel que conduce a la Unicidad del hombre con el universo.

Basado en el testimonial libro de Vladimir Arseniev, el magnífico director Akira Kurosawa, ha logrado un filme entrañable; una exaltación del buen salvaje que enseña con certeza todo lo que el hombre ha perdido con la llamada civilización. Palpita en su historia la amistad resplandeciente; la integridad del hombre ante la naturaleza y ante los demás hombres; el contacto con el Dios que está en todo; y la suprema valoración de la gente que es todo lo que es y todo lo que vive.

Maksim Munsuk (actor que cuatro años después veríamos en el memorable filme de Andrei Konchalovsky, “Siberiada”, en el rol de Fedyka), logra una caracterización profunda y documental de un personaje que se guarda para siempre en el alma por su firme posicionamiento en el mundo, con su bondad, humildad y sabiduría. Y, Yuri Solomin, compone un carácter de militar sensible al conocimiento y capaz de empatizar, sin reserva alguna, con aquel sabio maestro que la vida ha puesto en su camino.

Más que merecido el Oscar al Mejor Filme Extranjero... y mucho deseamos que, la humanidad entera, se decida a ver <<DERSÚ UZALÁ>>.

Esto es Cine para Aprender a Vivir.