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Voto de Luis Guillermo Cardona:
10
Drama Principios del siglo XX. David Aaronson, un pobre chaval judío, conoce en los suburbios de Manhattan a Max, otro joven de origen hebreo dispuesto a llegar lejos por cualquier método. Entre ellos nace una gran amistad y, con otros colegas, forman una banda que prospera rápidamente, llegando a convertirse, en los tiempos de la Ley Seca (1920-1933), en unos importantes mafiosos. (FILMAFFINITY)
6 de marzo de 2015
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es esta la cuarta… o quinta vez que, en actividades diversas, tengo la ocasión de presenciar “ÉRASE UNA VEZ EN AMÉRICA”, y una vez más, me he sentido gratamente atrapado con la historia de esa pandilla de gamberros que, sin un hogar donde se ocupen de ellos debidamente y sin un Estado que les brinde mejores oportunidades, terminan haciendo de las calles de New York el único espacio donde encuentran amistad y afecto, al tiempo que aprenden a sobrevivir mediante el hurto, la extorsión, el chantaje y otras corruptelas.

De nuevo, me he sentido fascinado con la joven Deborah (Jennifer Connelly) cuando le recita a Noodles algún aparte de, El cantar de los cantares, vaticinando su imposible y frustrado amor. Me llega también al alma Patsy, cuando en busca de los favores de Peggy como hacen sus compañeros, le lleva un delicioso helado de vainilla que se convertirá para él en "la tentación que puede vencer al sexo".

¿Y qué tal la música de Ennio Morricone? Evocadora, penetrante, profundamente romántica. Y esa edición que, con gran eficacia, alterna lo sucedido a lo largo de varias décadas sin perder el pulso ni un solo momento, mientras nos adentra en un juego donde la nostalgia por lo que fue y nos permitió vivir, y lo que no fue y queríamos que fuera, vuelve a demostrar el alto costo de las decisiones equivocadas… de la irreflexión… de la intemperancia.

Los protagonistas son unos bandidos, asesinos, traficantes, abusadores de las mujeres… pero, en esta historia, conseguiremos ver que, contra todo, también tienen alma, que saben dar y compartir, que sienten como suya la causa de los obreros, y que, como tantos otros hombres que consiguen entender que su vida ha servido para desequilibrar la buena marcha de la existencia, ansían redimirse, quizás porque ahora saben que, el sentimiento de culpa, es un tormento al que solo lo doblega el perdón o la reconciliación.

Cuando se conoce, se entiende. Y “comprenderlo todo es perdonarlo todo”, como dijera Nietzsche. En este sentido, “ÉRASE UNA VEZ EN AMÉRICA” resplandece como un filme de hondo calado psicológico, con perfectos matices, diálogos muy dicientes… y con tanta conexión con la naturaleza humana que, el juzgar queda sin piso alguno y el condenar luce más como un acto injusto que moral.

El guión, magníficamente escrito por Leo Benvenutti y Piero de Bernardi, entre otros, está basado en la novela “The hoods” (1952), una de las escasas autobiografías que existen de un gánster real. Firmada por Harry Grey, este fue en realidad Herschel Goldberg (1901-1980), un ucraniano llevado por sus padres a los Estados Unidos de Norteamérica cuando solo tenía cuatro años y quien, años después, haría parte de uno de los sindicatos que controlaban el contrabando de licor y otros negocios ilegales en New York. En el filme –que no pudo ver ya que falleció pocos días antes de que empezara el rodaje-, su alter ego es David Aaronson, apodado “Noodles”, y la novela la escribió durante su larga estancia en la cárcel de Sing-Sing.

“ÉRASE UNA VEZ EN AMÉRICA”, fue un proyecto largamente acariciado por el director Sergio Leone, con el que cierra la trilogía que, sobre América, iniciara con la estupenda “Once upon a time in the west” y continuara con “Giú la testa”.

Pretendiendo cubrir la infancia, adolescencia y madurez de sus personajes, se había pensado en dos filmes de unas dos horas largas de duración que se exhibirían con unos tres meses de intervalo entre el uno y el otro, pero la idea no agradó a Leone quien prefirió cortar un poco el filme hasta dejarlo a gusto de los productores en tres horas, cuarenta y nueve minutos... de cine ¡en grande!

Robert De Niro, James Woods, Tuesday Weld, Richard Bright y la ya mencionada Jennifer Connelly, entre otros, logran caracterizaciones memorables que dan brillo a un filme que seduce y conquista de principio a fin.Y una cosa es clara: el verdadero arte se conoce porque entiende bastante de la naturaleza humana.
Luis Guillermo Cardona
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