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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Drama Años 70. Relato biográfico sobre Frank Serpico, un policía íntegro de principios incorruptibles que, a diferencia de sus colegas, nunca se dejó sobornar, y precisamente por ello siempre tuvo problemas con sus compañeros de profesión y se vio expuesto a situaciones muy peligrosas. (FILMAFFINITY)
15 de septiembre de 2017
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Cuánto duele saber que los antros donde venden droga; los prostíbulos donde las mujeres son esclavas; las casas de juegos ilegales; las pandillas que azotan a los barrios… y hasta los políticos cuya corruptela es ya vox populi, siguen a sus anchas haciendo y deshaciendo porque tienen a la “justicia” de su lado! Todo el mundo sabe dónde están, cómo se llaman y exactamente qué hacen y qué han hecho… y nada los detiene porque, con el sucio dinero o la intimidación, innumerables conciencias pueden comprarse o someterse. Por tal razón, es que resulta tan admirable cuando, cada tanto, surge un Elegido dispuesto a poner coto a los desmanes que parecieran eternos.

Según se cuenta, en los años 1960-70, la policía de New York cometía todas, pero, es que ¡todas! las irregularidades que podían ocurrir cuando la ética, estrujada y aplastada por el dinero, paradójicamente, ya no valía un centavo. Veamos lo que nos ilustra la película: Abuso de los comerciantes, saltarse las normas, sobrepasarse con los detenidos, tomar ventaja con los propios compañeros, aceptar sobornos, chantajear, hacer montajes de falsos positivos, involucrarse en toda suerte de delitos… hasta que, por fin, el universo envió a un Elegido para que sacara a la luz ¡lo que ya todo el mundo sabía, pero nunca se hacía nada!

Hijo de inmigrantes italianos (¡y así dicen que los inmigrantes son los que dañan a los EE.UU.!), Francesco Vincent Serpico (Frank para los gringos y Paco para sus amigos), se enlistó en la marina a los 17 años, y durante dos años prestó sus servicios en una base localizada en Corea del Sur. A finales de 1959, ingresó al Departamento de Policía de New York en calidad de patrullero, pero, su gran aspiración era ser un particular detective que pudiera infiltrarse entre la gente con una apariencia libre de toda sospecha, y tras conseguir este aspecto de puro paisano, logró penetrar la generalizada corrupción que había en su departamento policial… y el resultado de esto, es lo que vamos a ver en, <<SERPICO>>, una película que, bajo la dirección de Sidney Lumet, se convierte en un documento de impactante denuncia que, muy penosamente, sigue teniendo toda la vigencia del mundo, pues, lo que aquí sucede, cada día se replica allí y más allá, ante la mirada hipócrita, incompetente o a veces cómplice de los gobernantes.

Peter Mass, fue el autor que llevó la vida de Frank Serpico a libro, y su muy bien contada historia -que me causó bastante gusto leerla-, fue adaptada por, Waldo Salt y Norman Wexler, quienes lograron captar la esencia de objetiva y valiente denuncia que se propone la novela.

Una vez más, Al Pacino brilla con su más alto profesionalismo, y su agente de policía desborda un carisma con el que se puede empatizar enseguida, porque está muy sobriamente matizado y luce como una suerte de héroe, animado más por un estado de conciencia que por el afán de conseguir vacuos honores.

Una frase suya da cuenta de su sentir más íntimo:
“Si cada día las autoridades emplearan su energía en el cumplimiento (honesto) de su deber, New York (o cualquier otra ciudad) quedaría limpia en una semana y algunos delitos dejarían de existir”.

Merecida mención al muy bello, “Theme from Serpico”, que hace parte de la banda sonora que, Mikis Theodorakis, compuso para la película.
Luis Guillermo Cardona
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