Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Luis Guillermo Cardona:
6
Bélico. Aventuras Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), un grupo de prisioneros británicos son obligados por los japoneses a construir un puente. Los oficiales, capitaneados por su flemático coronel, se opondrán a toda orden que viole la Convención de Ginebra sobre los derechos y las condiciones de vida de los prisioneros de guerra. (FILMAFFINITY)
6 de diciembre de 2013
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segunda Guerra Mundial. Año 1943. Entre Bangkok y Rangún, los japoneses tienen un campo de concentración al que llega una tropa inglesa que acaba de rendirse. A la cabeza está el coronel Nicholson, y como si llegaran a su propio cuartel tras triunfar en una batalla, los soldados vienen silbando “La marcha del coronel Bogey”, tema que se hiciera famoso en la I Guerra Mundial, y que fuera compuesto por el teniente Frederick J. Ricketts, en 1914.

Desde su llegada, la primera gran idea que tiene el coronel Saito, director de la prisión, es convertir a aquella tropa en peones de construcción, porque le urge hacer un puente sobre el río Kwai para proseguir el último tramo de la carrilera por donde pasarán los trenes que desplazarán al ejército nipón. Pero enseguida se encontrará con la oposición de Nicholson a permitir que sus hombres trabajen pues considera que esto viola el tratado de Ginebra… y cual Gandhi, éste asumirá con sus hombres una resistencia pacífica que lo tendrá padeciendo las de san Benito.

“EL PUENTE SOBRE EL RÍO KWAI” es el resultado de un guión escrito por Michael Wilson y Carl Foreman (cuyo crédito solo se reconoció tras la restauración del filme hace algunos años) los cuales se basaron en la novela de Pierre Boullé (1912-1994). La historia es demasiado simple, casi nimia diría yo, pero tiene un par de méritos que me parecen bastante significativos.

El primero, es que rompe con el prototipo de los buenos y los malos que ya nos traía hasta el cogote con el cine de propaganda y glorificación que se hizo en los años anteriores, y ya no veremos a enemigos bárbaros y sádicos sino a rivales que intentan ganar una confrontación de la manera más inteligente que pueden (aunque aquí los inteligentes a todo nivel son los ingleses) e incluso se permiten algunos rasgos de generosidad (¿logró alguien odiar a Saito?). Y después, es grato ver como desaparecen los héroes invencibles y de abrochado patriotismo (modelo Wayne), y solo vemos a seres humanos metidos en una guerra que ni desean ni entienden, y hasta su triunfo se produce casi que por un accidente.

El director David Lean, logra dar a su filme una apreciable belleza visual, pero siento que se excedió en el metraje por ese calculador interés de algunas productoras de hacer un filme épico cuyo simple espectáculo descreste a los inocentes. Y a fe que lo consiguió… y hasta William Holden se comió una buena tajada de la torta, pues se le aceptó actuar por el 10% de las ganancias, y el total de estas casi alcanza la cifra de 30 Millones de dólares que, para 1957, ¡era una montaña de dinero!

Pero este filme también deja sus interrogantes (contiene spoiler): ¿Quién terminó de construir la carrilera, si los obreros apenas tuvieron lugar de cumplir con el puente que debían entregar el 12 de mayo? Y si la carrilera no se terminó, ¿fue tan bruto el coronel Saito que dejó que, el tren con su gente, avanzara hacia una muerte segura? Y si Nicholson sabía que el descarrilamiento del tren era inevitable, ¡¿para qué diablos hizo lo último que hizo?! ¿Y qué tal la olímpica manera como, Shears el americano, lo encuentra todo en bandeja cuando su afán era solo el de alejarse de aquel bochinche bélico? Unir aquí el esfuerzo anglo-americano tan solo huele a conveniencia de taquilla.

P.D. Alec Guinness fue sin duda lo mejor del filme, pero su actuación en “El prisionero” (1955) fue 10 veces mejor que ésta y aquella vez no le dieron el Oscar. ¡Ah, las trampas de la industria!
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow