¡Qué gran talento el que viene demostrando el director egipcio Alex Proyas! Particularmente me gusta su labor en “El Cuervo” (pese a las dificultades que tuvo); me encanta lo que hizo en “Dark City” que estuvo muy cerca de ser su obra maestra; y lo logrado en “YO, ROBOT”, sigue los pasos de esta última, con un virtuosismo visual y un diseño de producción impecables, además de que la historia de Jeff Vintar y Akiva Goldman, inspirada en el libro de Issac Asimov, te envuelve sin respiro y a plena complacencia.

Se nos ubica en un mundo futurista donde la industria cibernética ya ha logrado posicionar los “útiles robots” a un alto nivel, esperando que pronto haya una máquina por cada cinco humanos. Todo parece perfecto, pues los robots son protectores, hacen de cocineros, niñeras, psicólogos… y están programados para que no puedan dañar a un ser humano y para que sean obedientes.

Pero un hombre que, al parecer, se suicidó y que trabajaba para la USR, empresa que tiene el monopolio de los avanzados robots NS-5, ha dejado un mensaje holográfico que lleva a pensar que su muerte ocurrió de otra manera y que hay todo un complot con los bonitos robots para dominar el mundo… y entonces aquella linda época de “cuando solo la gente mataba a otra gente”, va a ser cosa del pasado porque, también los robots –en una alta escala-, entrarán a engrosar las filas de los desadaptados.

El extenuante trabajo de Proyas y su calificado equipo, ha dado grandes frutos pues, “YO, ROBOT”, recrea el futuro magníficamente, la creatividad e innovación brillan en cada plano y la historia nos lleva a pensar si, a futuro, seguirá siendo tan bueno todo lo que ofrece y promete la tecnología.

Una vez más, Will Smith nos ofrece un personaje con el que resulta muy fácil empatizar, haciendo aquí las veces del inspector Spooner, el hombre que tendrá la compleja misión de desmontar los delirios de grandeza que viene alcanzando el “chatarrero” Lawrence Robertson. Su papel es dinámico, muy simpático y sin esas poses de superhéroe que tan fatigados nos tienen en tantísimas películas. Su policía es tan solo un tipo con buen olfato, con gran capacidad de observación y dispuesto a hacer lo suyo ‘a las que se puedan’, con el apoyo de unos cuantos amigos.

El trabajo de mocap es inobjetable, la fotografía es reluciente, la banda sonora muy emotiva, el vestuario bastante sobrio y las escenas de acción muy bien logradas (y sin excesos) en su ambientación futurista. Todo luce tan cuidado como si el claro propósito hubiera sido ‘cero errores’, y a simple vista, es fácil creer que se ha logrado.

De otro lado y por cuenta de Asimov, hay una serie de llamativas reflexiones que, sobre la bandeja del futuro, dejan inquietudes que, lejos de alegrarnos, son bastante preocupantes. Mientras los más ambiciosos siguen luchando por hacerse poderosos a punta de acomodarnos chatarra plateada o llenando el mundo de cemento gris, los hombres con conciencia plena tienen que seguir luchando para preservar el verde de la naturaleza que, es lo único, que representa vida.