Es enorme y digno del mayor aplauso, el aporte que los estadounidenses han hecho al arte teatral. Tengo la impresión de que, en Broadway, se han exhibido casi todas las grandes obras a las que hayamos podido tener acceso en la mayor parte de nuestra vida; y, en lo relativo a la comedia, resulta insuperable el gran acervo de obras maravillosas que han salido de allí.

Pueden contarse por decenas, las películas hollywoodenses que se han derivado de obras teatrales que primero triunfaron en Broadway y luego, algún gran director, las adaptó sabiamente al lenguaje cinematográfico para redondear, así, imperecederos filmes como este llamado, <<SABRINA>>, hecho para inmortalizar a otro de esos seres femeninos que se nos meten en el alma.

Y cuando la base es sólida y refinada como la obra teatral de Samuel A. Taylor… y cuando esta obra cae en manos de guionistas tan talentosos como, Billy Wilder y Ernest Lehman... y cuando quien dirige es un talento puro y de muchos quilates como el que poseyó, el austriaco Wilder… y cuando, además, se cuenta con un grupo de actores de primera línea como, Audrey Hepburn, Humphrey Bogart y William Holden… el resultado está garantizado y ahí tienes, a tu alcance, una de esas demostraciones de literatura, teatro y arte cinematográfico imperecedero. Goce excelso, reflexión pura, un regalo para los sentidos.

Sabrina Fairchild, es una encantadora muchacha de 22 años, hija del chofer de la familia Larrabee, ¡nada menos que los fundadores y dueños de Industrias Larrabee, emporio que aglutina un sinnúmero de empresas de fuerte asentamiento en Long Island, New York! Uno de los herederos Larrabee, David, es un donjuan empedernido con más de 20 compromisos matrimoniales en su historial de cama… y Sabrina vive perdidamente enamorada de él, pero, aunque pasa frecuentemente por su lado, él ¡jamás la ha visto!

El hermano de David se llama, Linus: Frío, calculador, reservado y casado con su oficina… pero maneja unos sólidos principios que resultan inimaginables en una familia de semejante raigambre. No vive para el dinero, ni para el poder... solo procura generar mejores condiciones de vida a la humanidad… y ese es su pilar existencial.

Entre ellos tres, surgirá una cáustica, divertida y conmovedora historia de amor que, el director guía con una maestría narrativa que no tiene igual. Luces, signos, ambientación, elipsis, ángulos de cámara, manejo del espacio-tiempo... todo está cuidado para dar un alto relieve a una historia encantadora por donde quieras mirarla.

Y uno vuelve a enamorarse de, Audrey Hepburn, irremediablemente. Donde ella está, pareciera que el cielo estuviese presente... y ésto solo ocurre en las grandes películas románticas.