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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Drama La realidad de la miseria y de la guerra se cierne sobre los muchachos de un barrio popular de Bogotá. Ronald tiene 20 años, es el propietario de una bicicleta engallada con la que recorre, haciendo publicidad a fuerza de voz y megáfono, las polvorientas calles del barrio el Paraíso; un enclave de miseria con una vista privilegiada sobre la ciudad de Bogotá. Está enamorado de Lady, una chica del barrio, con la que vivirá una historia de ... [+]
27 de mayo de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el informe de 302 páginas, entregado a la JEP (Jurisdicción Especial para la Paz) por la Fiscalía General de la Nación en junio de 2018, se hace una extensa radiografía de lo que se conoció en Colombia como El Caso de Los Falsos Positivos, acaecido entre 1988 y 2014, y donde se habla de 2.248 víctimas, aunque fuentes muy serias las calculan entre 5 mil y 6.500. Estos hechos, tuvieron su mayor impacto entre los años 2002 y 2008, durante el gobierno de, Álvaro Uribe Vélez, cuando un general del ejército ordenó a sus comandantes, “hacer lo que fuera, aliándose incluso con grupo criminales, para obtener información sobre objetivos militares” (1). “A los soldados que aumentasen el número de muertos en combate, se les ofrecían incentivos en dinero, vacaciones extra, ascensos y hasta capacitaciones en el exterior”. (2)

Ante tan jugosas ofertas, los militares comenzaron a enganchar a jóvenes de escasos recursos y sin oportunidades, a los cuales se engañaba con ofertas laborales en zonas remotas… se les llevaba luego a un descampado, los asesinaban a sangre fría, y enseguida los vestían como guerrilleros. Hechos de este tipo ocurrieron en 27 de 32 departamentos que tiene el país… y cada caso era presentado ante los medios de comunicación como “Guerrilleros caídos en combate”. “El 97% de los casos investigados ocurrieron entre 2002 y 2008”, dice el informe de la Fiscalía. Fueron ejecuciones sistemáticas para ganar prebendas y para mostrar ante el país la “alta efectividad” de la mal llamada, Seguridad Democrática.

Uno de estos hechos, tomado de la vida real, es el que ilustra el director, Colbert García, tomando como protagonista a un muchacho llamado Ronald, quien, en un humilde barrio de Bogotá, paradójicamente llamado, El Paraíso, trabaja como voceador publicitario montado en una estrafalaria bicicleta. Llevado por las circunstancias, el joven buscará una oportunidad en una improvisada casa de empleos… y es entonces, cuando comenzará a entrar en un oscuro túnel.

Sin duda, a García y a Mauricio Cuervo (autores del guion), se les vino a la memoria la gran película de Vittorio de Sica, “Ladri di Biciclette”, pues, su historia nos la recuerda enseguida, aunque ellos se cuidan de mantenerla bien apegada a la realidad colombiana. El filme resulta, en todo caso, muy afortunado y es muy positiva la manera como, el directo,r va dando pequeños detalles que elevan la trama al nivel de un perfecto thriller. De otra parte, la muy cálida y sutil manera como va permitiendo conocer al protagonista, nos ayuda a compenetrarnos sensiblemente con él… y es así, como el momento cumbre adquirirá su verdadero significado. Unas palabras de Ronald se quedan en la memoria: “Por ser de donde somos no tenemos derecho a la felicidad… solo tenemos derecho a los sueños”.

Un grupo de jóvenes actores (Francisco Bolívar, Linda Baldrich, Esmeralda Pinzón, Alejandro Aguilar…), cumple muy bien con sus respectivos roles y, <<SILENCIO EN EL PARAÍSO>>, queda como otra muestra de ese cine colombiano hecho para trascender.

(1) Revista Semana
(2) El Espectador
Luis Guillermo Cardona
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