Desde su título original, <<THE NAKED SPUR>>, este western del director, Anthony Mann, se esmera por confundirnos. Traducible como, ‘La Espuela Desnuda’, quiere alguien decirme, ¿esto hacia dónde apunta?... ¿y qué tal el título en España: “Colorado Jim”? El personaje protagónico se llama, Howard Kemp, y la historia transcurre en las montañas de Texas, cerca de Abilene. Tampoco hay nadie que se llame Jim dentro de la trama y, entonces, ¿de dónde diablos sale ese, Colorado Jim?

Y miremos a los personajes (desde aquí citaré hechos importantes): Kemp (James Stewart) es un caza-recompensas (individuos que solían ser de sangre fría, mezquinos y egocentristas… y con la palabra dólares tatuada entre ceja y ceja). Pero, tan pronto es descubierto, éste acepta, tácitamente, compartir la esperada recompensa. Además, es harto tolerante con las improcedencias de su prisionero y jamás muestra el menor enojo con la rubia Lina, quien, con muy tímidas reservas, siempre está del lado de su protector.

Su contraparte, Ben Vandergroat (Robert Ryan) -sindicado del asesinato de un sheriff-, desde el principio luce muy poco avisado, sin embargo y aunque uno presume que un caza-recompensas sabe cómo manejar un desplazamiento de este tipo, Kemp le da tiro una y otra vez… y la única vez que lo reta, sabe que él está en desventaja.

Pero, el caso más singular, es el del teniente Roy Anderson (Ralph Meeker): Según el informe que enseña a Kemp, el oficial que lo dio de baja del ejército por deshonor, lo señala como un hombre indeseable y moralmente inestable (la acusación, sabremos luego, fue por haber abusado de una joven indígena). Este informe nos previene desde entonces contra el militar… y ya se verá cómo, su comportamiento, contradice en mucho nuestras prevenciones.

Relacionado con la pintura negra que usan para hacer dibujos en sus mocasines, los indios Blackfoot=Pie-negro (los gringos los llaman en plural, Blackfeet=Pies negros), tienen aquí una presencia con claros afanes de justicia… pero, la manera como se resuelve esta escena contra la demostración del líder de estar dispuesto al diálogo, deja mucho que desear.

A favor de la trama, la manera como la ambición va aniquilando cualquier rasgo de moral y de lealtad que aún subsiste en los hombres, y también esa suerte de redención a la que puede conducir el resurgimiento del amor… aunque éste deja cuando menos una duda.

Nada que resaltar en la ambientación ni en la fotografía. La banda sonora sin brillo alguno… y las actuaciones fueron un paseo como lo es, en general, la historia.

No está aquí el brillante director de otros momentos.

Título para Latinoamérica: EL PRECIO DE UN HOMBRE