Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Luis Guillermo Cardona:
5
Aventuras El capitán Fry, un famoso cazador blanco, quiere capturar a Tarzán para exhibirlo enjaulado como un animal por todo el mundo. Llega a la selva para cumplir su propósito junto con los primos de Jane, Eric y Rita... (FILMAFFINITY)
30 de mayo de 2012
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras el clamoroso éxito de los primeros dos filmes de Tarzán protagonizados por la estupenda pareja, Johnny Weissmuller y Maureen O’Sullivan, la MGM entregó la serie a Richard Thorpe, un especialista en el cine de aventuras que ya tenía en su haber más de 70 títulos y de quien se esperaba que le diera un nuevo rumbo a la serie. El resultado fue una aventura cargada de violencia que el público asistente a la preview rechazó de inmediato y la película tuvo que ser refilmada casi por completo, convirtiéndola en una mezcla de comedia, romance y aventura, pero que, en definitiva, mantiene el mismo esquema de los filmes anteriores.

“LA FUGA DE TARZÁN” es -aparte algunos matices-, más de lo mismo que ya habíamos visto en “Tarzán de los monos” y “Tarzán y su compañera”: Unos primos de Jane, llegan con deseos de encontrar el prohibido Monte Mutia tras el cual puede localizarse el cementerio de los elefantes (ahora sólo un referente para encontrar a la mujer de Tarzán). Como su guía, viene con ellos el capitán Fry, un hombre dispuesto a hacerse rico a costa de llevarse a Tarzán para exhibirlo ante la civilización como un fenómeno de feria. Los nativos les atacarán en el camino y la salvación les llegará a gritos. Tarzán y Jane demostrarán lo mucho que se quieren y lo felices que viven entre lianas, monos, elefantes y cocodrilos. El ambicioso procurará entonces salirse con la suya… y otra tribu, más el ejército de elefantes de Tarzán entrarán en escena y todo terminará con las particulares risotadas de Chita llenando la pantalla.

Más que ningún otro filme de los protagonizados por Weissmuller, “LA FUGA DE TARZÁN” terminó planteada como el más puro entretenimiento. Tiene su cómico a bordo -un tanto simpático-, al que se le suma Chita; se nos muestra los progresos “tecnológicos” alcanzados por la pareja al estilo de Pedro y Vilma; y el “malo” de turno resulta tan apocado, que el mismo Tarzán tiene que meterse voluntariamente en su trampa para que él pueda llevárselo.

Por otro lado, el filme cuenta con la mala suerte de haber sido realizado en 1936, cuando el mojigato Código Hays se halla en plena y estricta aplicación, y lo que antes fuera sensualidad y coquetería en los dos filmes anteriores, ahora se convierte en Jane vestida hasta las rodillas y bañándose con ropa como la más pundonorosa de las muchachas.

Y una vez más, cierto metraje pasa de un filme a otro: De “Trader Horn” (las tomas documentales de las tribus) pasan a ”Tarzán de los monos”; de “Tarzán de los monos” (los nativos desplazándose con los colmillos de elefante) a “Tarzán y su compañera”; y de éste (escena de “la ida al mercado” y otras) son añadidas al filme que nos ocupa. Así, la rutina entra en escena y comienza uno a darse cuenta que no son grandes cosas las que consiguen pensarse para el simpático rey de la selva y su encantadora pareja.
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow