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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Terror. Intriga En la costa de un pequeño pueblo del este de Estados Unidos, un enorme tiburón blanco ataca a varias personas. Por temor a los nefastos efectos que este hecho podría tener sobre el negocio turístico, el alcalde se niega a cerrar las playas y a difundir la noticia. Pero un nuevo ataque del tiburón termina con la vida de un bañista. Cuando el terror se apodera de todos, un veterano cazador de tiburones, un oceanógrafo y el jefe de la ... [+]
2 de marzo de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando su experiencia “apenas” incluía algunos cortos caseros, unos pocos episodios para series de televisión (“Marcus Welby M.D.”, “Night Gallery”, “Columbo” …), una película de bajo presupuesto, “Duel”, que, aunque hecha para la televisión, terminó siendo exhibida en las salas de casi todo el mundo, y un primer filme ‘en grande’, “Sugarland Express”, basado en un hecho real y ganador por Mejor Guion en el Festival de Cannes de 1974, el director Steven Spielberg, se encontró de repente siendo llamado para dirigir una aventurilla que, vista a vuelo de pájaro, no era mucho lo que prometía: Un tiburón comienza a matar gente cerca a la costa de Amity Island, y tres hombres serán los encargados de darle el tatequieto. Spielberg dudó antes de aceptar el proyecto porque sintió que, tal historia, no estaba muy lejos de la de su recordada “Duel” … pero terminó aceptando, y entonces, se despertó en él esa agudeza de ingenio que preservaba latente y que, como el gran Fujiyama, llegó a su punto de erupción.

Uno puede no saber hacer paella, pero puede saber donde la venden muy buena, y con un poco de maña, hasta puede hacerse con la formulita. Algo así es lo que hizo Spielberg para sacar avante su singular “TIBURÓN” (originalmente “Mandíbulas”): Quizás andaba leyendo (o recordó) el cuento, “Otra Vuelta de Tuerca” de Henry James, y de aquí saca la brillante idea de sugerir el terror dejando que, el resto, lo haga la mente del lector (espectador). Para dejar constancia de la influencia de James, al prepotente pescador lo llama Quint como el escritor llamara al jardinero y, como éste, durante una hora más o menos, el tiburón es también una suerte de fantasma.

La segunda gran influencia (esta me la recordó Neil Sinyard quien coincide conmigo en la influencia de James) es “El Enemigo del Pueblo” de Henrik Ibsen, de la cual se sirvió Spielberg para mostrar como, para la gente mezquina, prima el dinero sobre la vida de la gente. Si el filme hubiese sido rodado por estos días, bien que podría aplicarse a la NRA (Asociación Nacional del Rifle) estadounidense, para quienes ‘el dinero lo es todo y unos cuantos muertos no significan nada’.

¿Necesito decir que, Spielberg, seguramente pensó en “Moby Dick” para la caza del tiburón a título de revancha, y que, la música de John Williams, se basó en “La Consagración de la Primavera” (Весна священная) de Ígor Stravinski?

Como puede verse, Spielberg no es como cierto director que se inspira en una sopa de fideos, ¡no, señor! El hombre busca por lo alto… huele dónde está el arte… y se pega siempre de lo más calificado, para luego añadir su granito de arena, ¡que no es cualquier granito!, porque contiene sutileza, visión, sensibilidad… y recursos a borbotones para repetir y repetir hasta que las cosas queden como debe ser. Para hacer la película, le habían dado 55 días y él se tomó el triple para buscar una perfección, que no logró plenamente, pero aún así ¡dejó como resultado la primera película en recaudar más de 100 millones de dólares, logrando un acumulado mundial de 470 millones! ¡Y así diciendo, Hooper, que, “Los tiburones nadan, comen y hacen pececillos… ¡Nada más!”

… ya se imaginarán ustedes, ¿cuánta plata estuvieron dispuestos a darle los productores, a Spielberg, para que luego hiciera, “Close Encounters of the Third Kind”?
Luis Guillermo Cardona
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