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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Comedia. Musical Historia de un simpático cura y su actividad a favor de su parroquia, así como las discrepancias con otro sacerdote mayor y más severo. (FILMAFFINITY)
4 de agosto de 2011
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida es muy sabia: un caballero con un corazón como el que tenía Leo McCarey, era difícil que triunfara como abogado. No fue, pues, nada raro que la oficina donde comenzó a trabajar en el ejercicio de las leyes, quebrara en un abrir y cerrar de ojos… El joven McCarey tenía que seguir su camino. Y no era difícil saber hacia donde lo llevaba: bastaba reconocer que le atraía la comedia y el drama, que sabía escribir con mucha creatividad para el humor y para hacer fluir los sentimientos más humanos, y además sentía que podía aportar al mundo un arte que llevara alegría y unas cuantas historias que pudieran servirnos para aprender a vivir.

No sé, si cuando escribió “SIGUIENDO MI CAMINO”, McCarey buscaba enaltecer a la iglesia católica porque la admiraba o quería sugerirles a sus miembros como deberían actuar para servir con efectividad al pueblo. Pudieron ser ambas cosas a la vez, pero, en cualquier caso, ha conseguido contarnos una historia cálida, profundamente aleccionadora, y exultando toda una serie de sentimientos y actuaciones, que nos hacen sentir un gran orgullo de pertenecer a la especie humana.

La hostilidad, la frialdad, el apego a la tradición y al dogma, que caracterizan a tantísimos miembros de la iglesia romana, el evolucionado padre O´Malley, los convierte en un abierto compartir, en estar allí donde el prójimo le reclama, en música, juego y alegría, en rescatar para el arte a los chicos de la calle, en tomarse una copita responsablemente… y en mostrar que “Jesús es verbo y no sustantivo”, como nos dice Ricardo Arjona en su estupenda canción de hace algunos años.

Bing Crosby emana carisma y bondad a borbotones, y su personaje consigue con pundonor y con el más alto sentido de la amistad, transformar poco a poco al terco y cascarrabias padre Fitzgibbon que, con enorme gracia, interpreta el magnífico Barry Fitzgerald. Tarea harto loable la que aquí se propone de enviar a sacerdotes, con espíritu vivo y con mente evolucionada, a aquellas iglesias donde, además de ahuyentar a Dios, también comienzan a escasear los feligreses.

El filme recibió 7 premios Oscar. Mejor película, director, historia original, guión adaptado, actor, actor secundario y música. Vale citarlos y los considero más que merecidos por una especial razón: porque, comúnmente, las lágrimas y la tragedia -y rara vez la comedia y la alegría-, es lo que suele merecer los trofeos de la academia.

Y aquí cabe una certera frase de mi apreciado Groucho Marx: “Apenas existe algún cómico que no sea capaz de realizar una gran actuación en un papel dramático. Pero, hay muy pocos actores dramáticos capaces de interpretar un papel cómico de manera destacada. Comparada con el esfuerzo de hacer reír, una actuación dramática es como dos semanas de vacaciones en el campo”.

Título para Latinoamérica: “EL BUEN PASTOR”
Luis Guillermo Cardona
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