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Voto de Luis Guillermo Cardona:
7
Intriga. Drama Fedora, una famosa actriz, fallece en París atropellada por un tren. En su funeral, un productor de cine recapacita sobre los hechos ocurridos en las dos últimas semanas y se pregunta hasta qué punto podría él haber influido en su muerte. Todo empezó cuando fue a Corfú para verla y descubrió que vivía en una isla privada con una enfermera, una anciana condesa y el cirujano plástico que conseguía mantenerla con una asombrosa apariencia juvenil. (FILMAFFINITY) [+]
26 de enero de 2010
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizás, no haya condición más triste para un ser humano que la de ser y no ser. Querer ser uno mismo, pero tener que lucir como otro permanentemente, es la negación de la individualidad. Vale para el actor o la actriz, porque lo hace por su propia decisión y con-sentido placer, y es esta, además, una representación temporal que se renueva con cada nuevo rol. Pero, para el hombre o la mujer que usa ese otro ser como una máscara inarrancable, es algo así como estar muerto a sabiendas de que se sigue vivo.

Fedora -nombre que huele a suicidio desde aquella ópera de Giordano y Colautti, cuando la dama espía ingiere una gragea letal al sentirse descubierta-, es otra Norma Desmond (“Sunset Boulevard") que se resiste a desaparecer de las pantallas tras haber buscado, en vano, la eterna juventud de manos del Dr. Vando, una suerte de Dr. Frankenstein que, extrañamente, sigue a su lado contra todo lo sucedido… pero, acaso se deba a que, con el médico, ha encontrado una inimaginable salida a su terrible problema. Esto y mucho más, es lo que indagará un antiguo asistente del director al enterarse del suicidio de la mítica actriz que tanto buscó para que interpretara su adaptación de “Anna Karenina” y quien, como este personaje tolstoiano, no estuvo interesada en conservar la lozanía de su cara y, arrojándose a la vía del tren, pretendió, muy al contrario, arrancarse el rostro que la vida le había impuesto.

Son dos mujeres las que viven una vida ajena… y esa decisión quizás les traiga amargura, encierro, negación, y una lenta, pero, inevitable autodestrucción. El apego a la vacuidad de la fama, la búsqueda irracional del eterno éxito, suele avenirse con la desgracia porque, en este afanoso proceso, suele ser preciso hacer cierto daño y hay que pisotear a algunos para llegar a salirse con la absurda idea... y cuando lo que se hace es prestarse para satisfacer los caprichos de otro, hay negación del propio ser, y entonces, un sentimiento de vacuidad se hará presente y esto flagela hasta llevar, de pronto, a la propia aniquilación.

En las postrimerías de su carrera e inspirado, sin duda, en algunos pasajes de la vida de Greta Garbo, el director Billy Wilder retoma, con claras variaciones, el camino de su obra maestra, “Sunset Boulevard”, para volver a poner el pie, muy firme, contra el lado oscuro de la industria cinematográfica.

William Holden, con 28 años más, vuelve a entrelazarse con la actriz aislada del mundo, pero empeñada en existir contra todos los obstáculos. José Ferrer (el Dr. Vando), tiene por fin la ocasión de trabajar con Wilder tras su fallido acercamiento para estar en “The Lost Weekend". Hildegard Knef, es la condesa Sobryanski, una mujer enigmática de comportamiento muy ambiguo, quien se opondrá cuanto pueda a las pretensiones del esperanzado director; y, Marthe Keller es Fedora, un regalo de Dios, que mantuvo vivas todas las esperanzas.

<<FEDORA>>, es un filme lleno de interesantes lecturas, en el que aún palpita el gran talento de Billy Wilder.
Luis Guillermo Cardona
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