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Voto de Luis Guillermo Cardona:
6
Drama La ópera prima de Agnès Varda, realizadora que se convertiría en "madre de la nouvelle vague", se divide en dos episodios: el primero se compone de secuencias de la vida cotidiana del pueblo pesquero de La Pointe Courte. En el segundo se muestra la relación de una pareja: él vive en el pueblo y ella es parisina. (FILMAFFINITY)
8 de abril de 2019
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al oriente de Marsella, en Francia, se encuentra el Lago Thau donde, la gente del barrio La Pointe Courte (La Punta Corta), en la ciudad de Sète, realiza allí su pesca. Con una idiosincrasia muy propia, los Pointus -como les llaman- son gente muy luchadora y solidaria, y hasta ese lugar viajó la directora, Agnès Varda, en plan de hacer algunas fotos de un viejo amigo que desde tiempo atrás no había vuelto con su familia. Al revelar las fotografías, la directora se entusiasmó con aquel lugar, y fue entonces, que decidió volver para localizar allí su primer largometraje, <<LA PUNTA CORTA>>, un filme argumental que protagonizan, Philippe Noiret y Silvia Monfort, y el resto de los participantes son auténticos habitantes de la región.

La historia comienza con un hombre joven que, tras doce años de ausencia, regresa con su esposa a su lugar de nacimiento, pero, su relación no le está causando felicidad, puesto que su pareja no se siente ahora segura de la relación… y tampoco cree que, este barrio de pescadores ofrezca nada atractivo para vivir.

Mientras los moradores de aquel lugar se ocupan de sus tareas diarias… se cuidan de las autoridades del Estado que andan vigilantes con la pesca y la salud… lloran un hijo que de pronto pierden… o procuran que sus hijas tomen decisiones acertadas, la pareja que acaba de llegar, se debate entre continuar juntos o separarse… se cuestiona si es amor lo que todavía sienten… y tratan de definir si quedarse allí o marcharse.

En lo personal, me resulta mucho más grata e interesante la relación que se da entre la gente del pueblo: fresca, dinámica y recursiva; mientras que, las elucubraciones de aquella pareja -que apenas si cruza algunas palabras con la gente de La Pointe Courte-, se me hace un tanto plana y reiterativa, pues, además de estar recreada con una sucesión de poses de mohái -de las que solo se rescata el ambiente en el que se mueven-, los diálogos poco significan y su pretensión de hacer poesía difícilmente convence.

Sin embargo, también aquí quedaban asentadas las características esenciales de ese movimiento cinematográfico que se venía consolidando lentamente con “Le Silence de la Mer” (Jean-Pierre Melville, 1947); “Les Dernières Vacances” (Roger Leenhardt, 1947); “Olympia 52” (Chris Marker, 1952)… y que, luego, se conocería como La Nouvelle Vague: Centrarse en la intimidad y hacer fluir el alma de los protagonistas; hacer un lugar al pensamiento que define los sentimientos y a las palabras que explican el ser; dar más ímpetu y trascendencia al ser interior que a las cosas externas…

Surgía, con <<LA PUNTA CORTA>>, una realizadora que daría mucho de qué hablar y que, tanto en el documental como en la ficción -pero, sobre todo en el primer género-, lograría materializar obras que ya han hecho -y seguirán haciendo- historia.
Luis Guillermo Cardona
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