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Voto de Billy Navarrete :
8
7,6
46.491
Drama
Para Jack, un niño de cinco años, la habitación es el mundo entero, el lugar donde nació, donde come, juega y aprende con su madre. Por la noche, mamá lo pone a dormir en el armario, por si viene el viejo Nick. La habitación es el hogar de Jack, mientras que para su madre es el cubículo donde lleva siete años encerrada, secuestrada desde los diecinueve años. Con gran tesón e ingenio, la joven ha creado en ese reducido espacio una vida ... [+]
2 de marzo de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los espacios pequeños permiten hablarnos y sentirnos por entero. Esta sensación de unidad vendría desde nuestra solitaria estancia náutica en el útero, que luego en la infancia la volvemos a vivir en nuestra guarida secreta. Sótanos, altillos, bodegas o cuevas en matorrales son nuestro mundo preferido, sin tiempo, donde cabe todo lo que somos. Los niños tienen una relación única, hermética y fantástica con esos espacios por encima de todo, incluso de la condición de cautiverio.
El filme "La habitación" –Room- (Lenny Abrahamson/Irlanda/2015) nos ofrece una intensa experiencia sobre el mundo íntimo de las personas, la sobreimposición de fantasía - realidad que vivimos en la infancia y el incurable trauma que viven las víctimas del secuestro. Nominada a Mejor Película en la 88ª edición de los Oscar, La habitación ha recibido galardones en el American Film Institute (Mejores Películas del año) y en el Festival de Toronto (Premio del Público), ciudad donde se rodó.
En "La habitación", que bucea en las profundidades de la relación entre una mujer secuestrada y su hijo nacido en cautiverio, llama la atención la natural hermandad que existe entre ambos dentro de un lugar hacinado, en el que tienen casi nada de privacidad y muy poco espacio para crecer individualmente. Sin embargo, ese encierro asfixiante que sufren los convierte en seres endémicos de un mundo minimalista con fuerte dependencia mutua, micro sistema de costumbres y silencios.
El gran logro de la película es la atmósfera de intimidad creada en esta situación extrema, que se logra con aporte de la banda sonora, especialmente de la voz superpuesta. Sin embargo, es la construcción del personaje de Joy, la madre, interpretado por Brie Larson, ganadora como Mejor Actriz en los Oscar, quien arma con austeridad un mundo sereno para su hijo, sin dar paso a la sordidez del secuestro.
Jacob Tremblay (Vancouver, 2006) interpreta a Jack, el hijo, que en el tiempo argumental tiene 5 años. Un personaje fascinante desde donde vemos y sentimos el relato cinematográfico. Él transmite fuertes emociones sobre ese único espacio diminuto que conoce, resignifica los objetos a su alrededor dotándolos de personalidad para jugar: la sombra en la pared, lo que observa en la televisión, lo que aparece por el tragaluz. Su mirada inocente, recreada por el gran trabajo de fotografía, permite poetizar el encierro a golpe de fabulaciones, dejando fuera la incertidumbre, e incluso los motivos explícitos del secuestro.
Después de varios días de ver esta película, pude salir de ella. Al repasar sobre la compleja relación entre el custodio y sus rehenes recordé el maravilloso drama romántico "El coleccionista" -The Collector- (William Wyler/ Reino Unido/1965) que trata sobre un hombre introvertido y triste que colecciona mariposas. Un día no captura un insecto sino a una joven estudiante de arte que lo atrae desde antes y la encierra en el sótano de su casa para amarla. Inolvidable historia de amor que nace de la dominación perversa del secuestro.
A propósito de la mirada de los niños, también recordé la entrañable película "No tengo miedo" -Io non ho paura- (Gabriele Salvatores/Italia/2003) sobre el dilema de Michele, un niño de diez años que mientras juega descubre a Philipo, otro niño de su edad viviendo en un hoyo en las afueras del pueblo. Philipo no es consciente que está secuestrado, él está convencido de que así es la muerte y que Michele es su ángel de la guarda que lo observa desde arriba.
"No tengo miedo" es un transparente melodrama lleno de esperanza sobre la noble inocencia de estos dos niños que neutralizan la atrocidad. Sus miradas condenan a los adultos por la falta de palabras que justifiquen el secuestro. El estado de violencia cercano a la muerte.
Sin acciones sensacionales o ligerezas, estos relatos cinematográficos nos aproximan al cautiverio desde otra orilla. Hacen foco en elementos no convencionales de la sobrevivencia y exploran territorios del ser humano.
articulo publicado en EHB
El filme "La habitación" –Room- (Lenny Abrahamson/Irlanda/2015) nos ofrece una intensa experiencia sobre el mundo íntimo de las personas, la sobreimposición de fantasía - realidad que vivimos en la infancia y el incurable trauma que viven las víctimas del secuestro. Nominada a Mejor Película en la 88ª edición de los Oscar, La habitación ha recibido galardones en el American Film Institute (Mejores Películas del año) y en el Festival de Toronto (Premio del Público), ciudad donde se rodó.
En "La habitación", que bucea en las profundidades de la relación entre una mujer secuestrada y su hijo nacido en cautiverio, llama la atención la natural hermandad que existe entre ambos dentro de un lugar hacinado, en el que tienen casi nada de privacidad y muy poco espacio para crecer individualmente. Sin embargo, ese encierro asfixiante que sufren los convierte en seres endémicos de un mundo minimalista con fuerte dependencia mutua, micro sistema de costumbres y silencios.
El gran logro de la película es la atmósfera de intimidad creada en esta situación extrema, que se logra con aporte de la banda sonora, especialmente de la voz superpuesta. Sin embargo, es la construcción del personaje de Joy, la madre, interpretado por Brie Larson, ganadora como Mejor Actriz en los Oscar, quien arma con austeridad un mundo sereno para su hijo, sin dar paso a la sordidez del secuestro.
Jacob Tremblay (Vancouver, 2006) interpreta a Jack, el hijo, que en el tiempo argumental tiene 5 años. Un personaje fascinante desde donde vemos y sentimos el relato cinematográfico. Él transmite fuertes emociones sobre ese único espacio diminuto que conoce, resignifica los objetos a su alrededor dotándolos de personalidad para jugar: la sombra en la pared, lo que observa en la televisión, lo que aparece por el tragaluz. Su mirada inocente, recreada por el gran trabajo de fotografía, permite poetizar el encierro a golpe de fabulaciones, dejando fuera la incertidumbre, e incluso los motivos explícitos del secuestro.
Después de varios días de ver esta película, pude salir de ella. Al repasar sobre la compleja relación entre el custodio y sus rehenes recordé el maravilloso drama romántico "El coleccionista" -The Collector- (William Wyler/ Reino Unido/1965) que trata sobre un hombre introvertido y triste que colecciona mariposas. Un día no captura un insecto sino a una joven estudiante de arte que lo atrae desde antes y la encierra en el sótano de su casa para amarla. Inolvidable historia de amor que nace de la dominación perversa del secuestro.
A propósito de la mirada de los niños, también recordé la entrañable película "No tengo miedo" -Io non ho paura- (Gabriele Salvatores/Italia/2003) sobre el dilema de Michele, un niño de diez años que mientras juega descubre a Philipo, otro niño de su edad viviendo en un hoyo en las afueras del pueblo. Philipo no es consciente que está secuestrado, él está convencido de que así es la muerte y que Michele es su ángel de la guarda que lo observa desde arriba.
"No tengo miedo" es un transparente melodrama lleno de esperanza sobre la noble inocencia de estos dos niños que neutralizan la atrocidad. Sus miradas condenan a los adultos por la falta de palabras que justifiquen el secuestro. El estado de violencia cercano a la muerte.
Sin acciones sensacionales o ligerezas, estos relatos cinematográficos nos aproximan al cautiverio desde otra orilla. Hacen foco en elementos no convencionales de la sobrevivencia y exploran territorios del ser humano.
articulo publicado en EHB
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Encontramos al custodio casi como un fantasma que aparece esporádicamente para cuidar de sus rehenes y con quien la madre posee una extraña relación cuyo origen también queda fuera del cuadro. Enigmático factor que la atormentará hasta el intento de suicidio luego de la liberación. En ese momento hallamos la versatilidad del guion de Emma Donoghue, quien se encargó de adaptarlo de la novela homónima de su autoría. Su trabajo fue nominado al Oscar en la categoría Mejor Guion Adaptado.
Efectivamente, luego de la liberación física y la captura del secuestrador llega el vacío y perturbaciones larvadas resultado del largo cautiverio. El metraje continúa sobre otro ritmo, bajo otras tormentas que sacuden a la pareja de sobrevivientes. En este giro dramatúrgico se siente la conducción exhaustiva de Lenny Abrahamson, nominado en los Oscar en la categoría a Mejor Director, que no permite excesos en este drama psicológico.
Prueba fehaciente del original abordaje del film la encontramos en el cierre de la película "La habitación" con la escena en la que madre e hijo, ya en libertad, regresan a la pequeña habitación; es decir al mundo de adentro de Jack. Él recorre en silencio, contempla el tragaluz y no recoge nada del lugar; todo lo llevará consigo por el resto de su vida.
Efectivamente, luego de la liberación física y la captura del secuestrador llega el vacío y perturbaciones larvadas resultado del largo cautiverio. El metraje continúa sobre otro ritmo, bajo otras tormentas que sacuden a la pareja de sobrevivientes. En este giro dramatúrgico se siente la conducción exhaustiva de Lenny Abrahamson, nominado en los Oscar en la categoría a Mejor Director, que no permite excesos en este drama psicológico.
Prueba fehaciente del original abordaje del film la encontramos en el cierre de la película "La habitación" con la escena en la que madre e hijo, ya en libertad, regresan a la pequeña habitación; es decir al mundo de adentro de Jack. Él recorre en silencio, contempla el tragaluz y no recoge nada del lugar; todo lo llevará consigo por el resto de su vida.