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Críticas de Billy Navarrete
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
4
11 de enero de 2016
25 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Regalos de Joel Edgerton explora la fragilidad de los estados de éxito y estabilidad de pareja modelo desde que se instala en acomodado vecindario. Temor obsesivamente recurrente y con fuerte enganche en la sociedad norteamericana, aquí es abordado desde lo vivido en el pasado. Aquello que hicimos, que dejó marcas, que pensamos olvidado y que súbitamente regresa para arrebatar nuestra presunta paz y control.
El Regalo posee estructura transparente y, en momentos, forzada hasta el ridículo. Un planteamiento convencional permite identificar el conflicto detonado por la aparición de un tercer personaje venido del pasado y que entra sospechosamente en esta familia. La inmediata tensión entre los dos hombres está rodeada por inocentes recuerdos de infancia y la atracción furtiva sobre ella.
Ambos hombres giran sobre ella, quien crece en sensualidad y sofisticación pero sin ambición, constituyéndose en el gran hallazgo que nos deja el film. Maravilloso trabajo de Rebecca Hall que acumula la atención protagónica una vez que la confrontación entre los hombres se desata. Gran momento es aquel en que ella embarazada observa como su esposo se convierte en ser desconocido.
Lamentablemente, la pobre manera como está resuelta la última vuelta a la tuerca nos hace recordar todo lo que pudo ser, dejándonos un sabor simplón de este film descafeinado.
Billy Navarrete
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5
14 de marzo de 2016
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película con fuerza centrípeta y centrifuga simultánea y en el centro tiene el signo incontenible de la libertad para la mujer hoy en la república del temible Erdogan, Turquía.

Registra la silvestre rebeldía de 5 hermanas adolescente y los forzosos matrimonios convenidos por costumbres familiares. Tema recurrente en el cine que observa críticamente la situación de las mujeres en sociedades del cercano oriente.

La directora Deniz Gamze Ergüven arma un sobrio relato feminista construido sobre el placer en ese periodo de la vida, la complicidad, las aventuras y los bellos estados de reposo de las adolescentes. El film es armado con franqueza para el choque generacional y de género; es una pieza para la confrontación, con cierta contención a usar formulas efectista y en el que todo es explícito a favor de la causa.

Mérito del guion, diseñado también por la directora, al lograr la progresión que va desde el drama coral de las hermanas, que son entregadas en casamientos secuenciales por la tradición representadas por las mujeres adultas del pueblo, hasta quedar en seguimiento único de la menor de las hermanas (Günes Sensoy), una de las dos sobrevivientes cuya voice over gana protagonismo hacia la mitad del salto en caída libre.

Sin embargo en relación al guion, anotamos que el tratamiento del grupo de chicas no deja ver con claridad las identidades individuales de ellas, excepto de la hermana menor quien goza de tratamiento especial en la narración. Triste representación de todos los personajes masculinos construidos sin voz o con gritos. Estereotipo que usa el relato para ganar el usual impacto maniqueo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Billy Navarrete
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7
25 de diciembre de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alba nos transmite un moderado vértigo frente a los abismos que llevamos dentro. Se dedica a contemplar a una adolescente parca y silenciosa mientras flota rodeada de temores y desolación. Su levedad aterriza cuando acepta con resignación su condición de sobreviviente.
La película muestra un pequeño mundo triste con grandes contrastes entre el confort y la precariedad que aprieta a Alba mientras su cuerpo sangra. Pone por delante las condiciones materiales de pálidos seres autónomos que actúan sin predestinación ni maniqueísmo. Se aprovecha la potencia de sus miradas para contar lo que nos separa, especialmente dentro de casa.
Registra los estados vacíos que vive la protagonista y la relación cruel entre los adolescente que hace tan doloroso ese sensible periodo de la vida.
Recomendado largometraje de Ana Cristina Barragán que regresa de buena forma sobre el tema abordado poéticamente en su cortometraje “Despierta” (2010, 8 minutos).
Billy Navarrete
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8
28 de julio de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Utoya. 22 de julio ( Noruega, 2018, Erick Poppe ) es un intenso thriller en tiempo real sobre la matanza en el campamento de verano de la isla noruega de Utøya, el 22 de julio del 2011 por grupo de extrema derecha.

Logra crear ambiente cinematográfico con aterradora incertidumbre a partir del nebuloso fuera de campo, banda sonora endémica y predominio de plano secuencia como principales hallazgos que trasciende al propio relato. sobre es último elemento, trae a la memoria la puesta en cámara de Elephant (EUA, Gus Van Sant, 2003).

Película de arriesgada factura que, debido a la intensa puesta en cámara y experimental rodaje, permite sentir la delgada linea que separa la ficción del documental.
Billy Navarrete
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7
25 de diciembre de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estrella Vespertina fue hallada inconsciente en la Vía Perimetral de Guayaquil la mañana del 6 de septiembre de 1991. Había sido secuestrada por desconocidos cinco días antes, mantenida maniatada en una escuela del asentamiento Bastión Popular, y finalmente abandonada al pie de la carretera.
Luego del secuestro, la casa de Estrella fue vendida rápidamente por sus captores y sus pocas pertenencias fueron repartidas en el vecindario para que nadie dijera ni una sola palabra sobre la maldición que súbitamente había caído sobre esa familia. Su joven hijo, William Mantuano, había pasado oculto varios días luego de que se negara a pertenecer a la guardia armada del concejal y dirigente del box, Carlos Castro Torres. Este acto de rebeldía es el que habría despertado la ira ciega de Castro e iniciado la desgracia del chico y su madre.
Tres meses antes, la guardia de Castro había allanado la casa de Mantuano. Aquella vez, lo amenazaron de muerte y le dispararon en el pie. Él fue ingresado al hospital y, varios días después, al salir de la casa de salud, lo secuestraron, lo golpearon salvajemente y lo dejaron agónico en la Vía Perimetral.
La noche del 6 de septiembre Mantuano reapareció. El joven disparó una escopeta recortada de perdigones a la espalda Carlos Castro mientras este caminaba por Bastión Popular. Castro fue llevado a una clínica en la que se declaró su muerte. Sus allegados impidieron a la fuerza que los médicos realicen la autopsia para no dañar más el cuerpo inerte de su líder. Finalmente, en el balde de una camioneta, el cadáver de Castro cruzó la ciudad hasta su domicilio en el Guasmo Central para recibir una masiva velación. Mantuano no huyó, se dejó golpear y luego fue detenido .
En la comisaria había un gran alboroto por la orden de captura girada contra el ex comandante general de Policía Nacional, el general (r) Gilberto Molina por la detención y desaparición de los hermanos Restrepo y la disolución del Servicio de Investigación Criminal (SIC) por decreto presidencial . No hay mal que dure para siempre y ese día se desmoronaban formas perversas de manejo del poder en el país.
Este episodio permite mirar brevemente el tipo de turbulencia que reinaba en los asentamientos de miseria que rápidamente rodearon a Guayaquil en la segunda mitad del siglo XX y que, en la década de los 80 y 90, tenía visibles jerarcas con prácticas mafiosas que actuaban por encima de la ley. Se los recuerda con el arma al cinto caminando incluso por calles céntricas de la ciudad, rodeados de su guardia privada cargada con armas de grueso calibre.
Estos padrinos de tarima levantaron a sangre y fuego las llamadas invasiones en el litoral ecuatoriano. Es decir, los asentamientos precarios por fuera de la ley para pobres bajo absoluto control de los traficantes de tierras, a quienes ellos consideraban como sus benefactores por permitirles el acceso a los servicios básicos y seguridad.
Todo esto cabe en la lectura de la última película de Sebastián Cordero “Sin Muertos no hay carnaval”, que gracias a su experimentado manejo del género drama, practica giros, diversidad de intrigas y transparencia narrativa para tranquilidad de la gran audiencia. Cordero vuelve a Guayaquil no para contar una historia de rateros en su ley, sino para desnudar el fuerte amarre que gozan las élites para ejercer su poder con impunidad y el terror que proyectan sus compinches o traficantes de tierras sobre las vidas en el asentamiento. Donde nada ocurre por fuera de su voluntad en su porción del feudo.
El foco de la trama está concentrado en Emilio, quien pertenece a una familia acomodada que es la bisagra entre el hecho que dispara el relato y el plan de desalojo del asentamiento. Paralelo y con gran potencia crece el conflicto entre el traficante de tierras y el joven rebelde que amenaza su poder. Frente a este antagonismo, recordamos a Castro asesinado por Mantuano como caso que brindaría al filme una inspiración histórica no confesada, pero ese episodio de Guayaquil es materia aún virgen para otra película aún sin filmar.
Sin muertos no hay Carnaval no es un thriller psicológico que hubiera permitido que varios de los personajes tengan mayor relieve y calaran de forma más profunda en el espectador. Cordero optó por el coro, armando un numeroso reparto y una compleja trama de relaciones que se cierra de manera dura al final con intensas acciones paralelas y sin dejar cabos sueltos.
Estas acciones ocurren sacando provecho de que Guayaquil es fotogénica y en esta película, la gran ciudad, está bellamente compuesta poniendo por delante sus extremas desigualdades sociales representadas en imponentes exteriores urbanos, marginales y silvestres. Virtud de la puesta en cámara que también la encontramos en los ambientes interiores y en los recurrentes picados desde balcones y cerros que abonan contraste visual a la trama.
Mérito de producción son las escenas del estadio lleno de hinchas haciendo furiosa barra mientras se desarrolla un partido. Auténtico registro de escenas futboleras que se constituyen en las primeras de su tipo en el cine de ficción ecuatoriano considerando la gran afición al futbol de nuestra sociedad.
Vi la película la segunda semana en cartelera en función estelar con la mitad del aforo de la sala y sentí que Sin muertos no hay Carnaval le habla a Guayaquil con admiración y sencillez por haber sobrevivido a ese calvario guiado por líderes desalmados. Al salir de la sala recordé el crimen de Carlos Castro Torres a manos del vengativo William Mantuano y la cerrada impunidad de aquellos traficantes de tierra que, a punta de pistola, hicieron buena parte de lo que hoy es esta gran ciudad.
La película, a su manera, logra reflejarnos de cuerpo entero, alude a historias cercanas de caudillos y nos permite pensar en lo que somos como ciudad para obviamente cuestionar el hermético ejercicio del poder y nuestras excluyentes formas políticas.
artìculo escrito originalmente para EHB, Guayaquil octubre 2016
Billy Navarrete
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