El regustillo a Quinto Centenario (también apelativo a la fundación encargada de establecer alianzas socioculturales entre España y Sudamércia cinco siglos después de la conquista) se huele a quilómetros y millas de distancia en esta superproducción de encargo (no es habitual en la cinematografía de Saura ver productos de tal envergadura). Todavía hoy sigue siendo una de las películas españolas más caras de la historia y con el fracaso a cuestas, como el inútil dinero sacado de los bolsillos.

El director aragonés no se inclina ante la grandiloquencia de los conquistadores españoles hacia el Nuevo Mundo, sinó que se limita a hacer un análisis crítico de la famosa expedición de Don Pedro de Ursua (Lambert Wilson) con ansias de encontrar oro y gobernar en nombre de la Corona, la mítica tierra de El Dorado. Pero a lo largo y ancho del laberíntico amazonas hay selva, serpientes, fiebres y locura hasta que la codicia de Don Lope de Aguirre (Omero Antonutti), uno de sus más fieles capitanes, acaba con un hervidero de traiciones, muertes y el nombramiento de un Rey de una Tierra Independiente en la persona de Fernando de Guzman (Eusebio Poncela), una vez desembarquen a tan reluciente destino.

Lo unico dorado que tiene el film es el descubrimiento de una vallisoletana de quince añitos llamada Inés Sastre. El resto se puede disfrutar como una entretenida aunque algo pasiva reconstrucción histórica hecha a marchas forzadas, con la evidencia de que esta ambiciosa producción no iría a parar a buen puerto.