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Voto de Natxo Borràs:
7
Drama Adaptación del best-seller de Khaled Hosseini. Amir regresa a Afganistán, su país natal, que se halla todavía bajo el dominio talibán, con la intención de rescatar al hijo de su mejor amigo de las garras del régimen. Se propone también solventar todos los problemas que dejó atrás cuando abandonó el país. (FILMAFFINITY)
9 de diciembre de 2012
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Interesante drama itinerante que recorre a la que podía haber sido una eterna amistad pero que queda quebrantada por la incursión de un conflicto que azotó a toda una nación hace más de treinta años y que todavía pervive: Afganistan, primero invadida y saqueada por los rusos hasta su marcha y la posterior intervención de los talibanes como prometedora fuerza revolucionario y que acabó instaurando un régimen basado en el fanatismo religioso.

La novela de Khaled Hosseini fue adaptada rápidamente al cine por el cineasta de origen suizo Marc Forster, responsable entre otras películas, de la emocional y fantasiosa “Descubriendo Nunca Jamás” (Finding Neverland, 2004) y de la segunda entrega del Bond-Craig, “Quantum of Solace” (2007). De hecho por parte del autor literario, nacido en Kabul pero educado en Estados Unidos, bebe de la interpretación principal ciertas reminiscencias autobiográficas.

En la película se nos presenta a Amir (Khalid Abdalla) es un exiliado afgano que tras su triunfo como escritor recuerda su infancia antes de que su país fuera invadido por los rusos y el exilio que tuvo que afrontar junto con su padre (Homayoun Ershadi), diplomático, hacia Pakistán y, después, a Estados Unidos. Pero el recuerdo sigue en Afganistán donde Amir, de pequeño, no se separaba de su mejor amigo, Hassan (Ahmad Khan Mahmoodzada) que trabaja ayudando a su padre en la lujosa de casa que poseen Amir y su padre en el centro de Kabul. Las consecuencias de una invasión, los cambios políticos y las guerras serán la consecuencia principal para que se distancien para siempre… O no.

Los cometas en el cielo hace referencia a la tradición (amputada por los talibanes) de recrearse en el juego de lucha entre cometas por parte de los niños que, entre risas y júbilo, organizaban luchas con tan anhelado juguete. Un juego tan inocente que al “cortarse” como algunos de los cometas en el cielo, se trunca con el incierto destino de un país castigado por las guerras y la religión.
Natxo Borràs
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