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Voto de Natxo Borràs:
7
Ciencia ficción Una visita al futuro donde el amor es el máximo crimen. THX 1138, LUH 3417, y SEN 5241 intentan escapar de una sociedad futurista localizada debajo de la superficie de la tierra, y donde se ha prohibido el sexo, usando drogas que controlan a la gente. (FILMAFFINITY)
7 de abril de 2010
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con la introducción publicitaria previa a la emisión de un capítulo de Buck Rogers, titulando “Tragedia en Saturno” nos hacemos a la idea de que el film que vamos a ver es sobre un ser humano que siempre se mantiene en alerta. Y Buck Rogers es supremo, un héroe, pero humano en un mundo futuro. Como lo que viene posteriormente (magníficos títulos de crédito bajo unos subterráneos acordes de Lalo Schriffin) y lo que va a ser la película: la población humana vive bajo tierra y su voluntad es controlada por las drogas, el servicio a un trabajo y a un consumo moderado. Unos androides uniformados construidos por ellos mismos acaban siendo los que controlan la ley y el orden. Los humanos afeitados y vestidos de blanco pasan su tiempo libre en habitáculos y controlados a su vez por circuitos cerrados de televisión. Cualquier ápice de sentimiento o incluso el acto sexual están prohibidos. Los sentimientos de debilidad (el amor) o los reflejos (la pérdida de concentración en el trabajo) se redimen en unos confesionarios automáticos que con una endiosada voz electrónica les anima y perdona.

THX (Robert Duvall) y su compañera LUH (Maggie McOmie) rompen con esa líneal forma de vivir, enamorándose y practicando el acto sexual. Ambos son separados, aunque THX cuenta con el apoyo de un testigo, SEN (Donald Pleasance) que ha controlado su rutinaria vida diariamente, así como las largas horas en el trabajo manipulando radiación en el ensamblaje de robots, para emprender una huida al exterior.

La ópera prima del futuro director de la saga “American Graffiti” fue producida por Francis Ford Coppola y hoy en día se puede apreciar como una curiosa pieza en el género de la Ciencia-Ficción; rodado en interiores y recreando un mundo futuro que nos recuerda a las sumisas pesadillas literarias “1984” de George Orwell y “Un Mundo Feliz” de Aldous Huxley. Más de treinta años después de su estreno, Lucas, emprendió en realizar un montaje definitivo de manera que su primera película se reivindicase fuera de circuitos más restringidos a lo que estaba condenada. Realizó el mismo cometido con “Starwars” pero respetando la claustrofóbica atmosfera imperante de ese mundo subterráneo en que malvive THX: añadió “gadgets” luminosos, reemplazó el sonido e incluso se permitió la gracia de añadir en una voz de radio la frase:” creo que he atropellado a un wookie en la autopista”, que se sale de lógica.
Natxo Borràs
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