Cuarta entrega de la serie, que tiene muchos fans no hay que negarlo, con un añadido más a las aborrecibles secuencias de vídeo doméstico que instalan sus potenciales víctimas (familias con niño, parientes y amigos) que sigue la continuación dejada el segundo capítulo. La tercera entrega se entreveía como una precuela para comprender que hay una maldición familiar entre tanto movimiento de muebles, sábanas y movimientos sísmicos…

Y aquí reaparece un niño que desapareció con su enigmática tía (interpretada por la incansable Katie Featherstone) que es ingresada en un hospital por lo que el nene estará al cuidado de una familia vecina en que su adolescente hija, su mejor amigo, y la curiosidad harán que se desencadene lo previsible. No pague tanto para ver lo que va a suceder.

Lo Mejor: el susto final
Lo Peor: su insistencia en mostrar poco y cada vez impresionar menos