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Voto de Natxo Borràs:
6
Comedia. Drama Narra la historia real de Florence Foster Jenkins, una mujer que, al heredar la fortuna de su padre, pudo cumplir su sueño de estudiar para ser soprano. El problema era que carecía de talento, pero la gente acudía a sus recitales para comprobar si de verdad era tan mala cantante como decían los críticos. (FILMAFFINITY)
28 de diciembre de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de meterse en papeles de rudos personajes políticos como Margaret Thatcher en “La Dama de Hierro (The Iron Lady, 2011) o de veterana roquera y madre tardía en “Ricki” (Ricki and the Flash, 2015), Meryl Streep se sintió cómoda en sus característicos personajes que acariciaban la comedia y el drama. Y el ocaso de una vida que nadaba en la abundancia musical pero destinada al fracaso como fue el de la soprano estadounidense Florence Foster Jenkins (1868-1944) fue el motivo oportuno para que la intérprete de “Memorias de África” (Out of Africa, 1985) se sumergiera de lleno en un personaje caído en el fracaso, a la vez entrañable y sumido en un grotesco halo de armonía y mecenazgo en que contaba con el apoyo de su marido de conveniencia, St. Clair Bayfield, un actor fracasado con ademanes de mayordomo (una gran interpretación muy a lo inglés de un Hugh Grant inspirado) y de Cosmé McMoon (Simon Helberg) pianista homosexual a quien habían cobtratado como apoyo musical a las desentonadas arias de tan desafinada soprano.

Stephen Frears (Las Amistades Peligrosas) no solo se inmiscuye en un pedazo de la biografía de una mujer que admitió su lastre artístico aunque no se le pudo reprochar que nunca cantó. También hace una exaltación a la decadencia de lo clásico. Así apreciamos una sucesión de personajes en alegrarse de ser unos condenados al fracaso (especialmente ese trío complementado por Cosme y St. Clair con la veterana diva).

“Florence Foster Jenkins” se erige como una exquisita comedia cómica sobre la tristeza y el otoño de la vida y la capacidad de sobrevivir sin verguenza alguna a los prejuicios y a las críticas de terceros ya pueda traducirse en la burla, el desprecio, desgraciadamente muy patentes en lo que confiere a la grosería general que se esparce en el mundo del espectáculo hoy en día, a falta de juicios subjetivos.
Natxo Borràs
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