Jack Carter (Sylvester Stallone) es un matón de las Vegas que decide emprender e investigar sobre el presunto asesinato de su hermano menor Richie a manos de, lo que él cree, ha sido el círculo que rodea a Cyrus Paice (Mickey Rourke) un hombre de dudosa reputación que ha hecho negocios con Jeremy Kinnear (Alan Cumming) un multimillonario informático que le ha programado webs porno a su servicio. Aunque todo ese marco es legal, Jack presiente que su hermano ha sido asesinado y que duda que tuviera una amante llamada Geraldine (Rhona Mitra) como así se lo intentan hacer creer. Pero antes tendrá que hacer las paces con su cuñada Gloria (Miranda Richardson) y su sobrina Doreen (Rachael Leigh Cook) para poder limpiar su pasado… Y empezar de nuevo.

Remake de “Asesino Implacable”, notable muestra de cine negro británico que realizó Mike Hodges en 1970 con Michael Caine de protagonista quien, después de treinta años, vuelve a aparecer en un papel secundario. Como curiosidad, el director de su versión yanqui Stephen T. Kay respetó unos grises y lluviosos exteriores pero aún así no llega a la altura del original. Stallone da demasiados palos con su cara de palo. Un homenaje que no da justicia para éste actor que ya no debería andarse por esos trotes si no es para autoparodiarse.