Película francesa de 1935 elaborada con inmejorables recursos técnicos, un vestuario excepcional y un rigor histórico notable. La acción (que nos parecería muy berlangiana) se desarrolla en Flandes (cuando todavía no era Bélgica) en el siglo XVII. El afán de conquista de los españoles por toda Europa es imparable y el miedo lo presienten los pacíficos y amables aldeanos de un pequeño pueblo de la región. Ante el temor de que sean saqueados por las tropas del Conde Duque de Olivares (Jean Murat), el burgomaestre o alcalde prepara un plan en que se hace pasar por muerto y evitar así comprometerse con el enemigo. ¿O no dicen que el cobarde muere mil veces y el valiente solo una? Pero es su mujer, Cornelia de Witte (Françoise Rosay) quien decide tomar las riendas y prepara una agradable bienvenida a los españoles. La inminente llegada de estos se traducirá en un marco festivo por parte de los habitantes de la aldea, y especialmente las mujeres que viven en ella. Como anécdota la aparición secundaria del actor Louis Jouvet como el cura que escorta al séquito de Conde Duque, y que tuvo problemas en elaborar su papel debido a una irrefrenable tartamudez que arrastraba desde niño.

Jacques Feyder, nacido en Bélgica, ya hizo carrera en Hollywood antes de volver a Europa y aventurarse en realizar esta comedia provinciana y que, constato, Garcia Berlanga le debe bastante a ella. Las "kermesses" originarias del norte de Francia son actualmente fiestas populares de ámbito local donde se organizan eventos folclóricos de toda clase, desde juegos, ferias y mercados.