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Voto de Natxo Borràs:
8
1 de octubre de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos encontramos con uno de los films más representativos de Ernest B. Schoedsack, codirigiendo con Irvin Pichel (que rodaría con Orson Welles y Claudette Colbert el drama policíaco “Mañana es Vivir” (Tomorrow is Forever, 1946)) situándose a la misma altura de la posterior “King Kong” (1933), aunque algo más cruel, y adulta, y con el aliciente de que aquí mezcla el terror como ingrediente de la aventura y el factor sorpresa, tratándose de una pieza que en los tiempos ha sido imitada y maltratada hasta la saciedad siendo objeto de las más discutibles y dispares versiones.
Robert (Joel McCrea) un experto y reconocido cazador naufraga en una isla en la que vive un extravagante individuo, Zaroff (Leslie Banks) aficionado también a la caza y más en concreto a una clase de presa. Acogido en su mansión junto con dos supervivientes más (Fay Wray y Robert Armstrong), descubrirá poco a poco sus malvadas intenciones: y es que Zaroff les ha convertido en presas de su próxima cacería.
Un argumento que invita por su atractiva sugerencia a pasar una buena sesión de tarde, o de noche como se prefiera, si se quiere revisitar este clásico lo cual es de lo más aconsejable y que no se puede perder la oportunidad de comprender que buenas películas se hacían en los años treinta tras la irrupción del sonoro, y el buen empleo de los efectos especiales como las secuencias de la tormenta, los ataques de los tiburones o la grotesca sala de trofeos que constatan una radical premisa en los cánones impuestos en los géneros de la Aventura y el Terror.
Robert (Joel McCrea) un experto y reconocido cazador naufraga en una isla en la que vive un extravagante individuo, Zaroff (Leslie Banks) aficionado también a la caza y más en concreto a una clase de presa. Acogido en su mansión junto con dos supervivientes más (Fay Wray y Robert Armstrong), descubrirá poco a poco sus malvadas intenciones: y es que Zaroff les ha convertido en presas de su próxima cacería.
Un argumento que invita por su atractiva sugerencia a pasar una buena sesión de tarde, o de noche como se prefiera, si se quiere revisitar este clásico lo cual es de lo más aconsejable y que no se puede perder la oportunidad de comprender que buenas películas se hacían en los años treinta tras la irrupción del sonoro, y el buen empleo de los efectos especiales como las secuencias de la tormenta, los ataques de los tiburones o la grotesca sala de trofeos que constatan una radical premisa en los cánones impuestos en los géneros de la Aventura y el Terror.