En la Francia pre-revolucionaria de 1764, cuando los Ilustrados empezaban a tener cierta influencia en las más altas esferas de la nobleza, se sirve como escenario de éste peculiar film, y concretamente en la lluviosa y frondosa región de Gévaudan (situada al sur del país galo), como una comarca albergada en tinieblas donde la tradición y la leyenda fluyen bajo la versàtil magia y brujería ejercida por una maldición en forma de bestia abominable que deja tras de si una huella de m uerte y destrucción imposible de paliar.

Tras ésta idea Christope Gans (Crying Freeman; los Paraisos Perdidos) se sirve en bandeja con una entretenidísima historia en que sus principales protagonistas se presentan como los recién llegados a la comarca desde las Américas en una extraña misión para demostrar la auténtica veracidad de los hechos: no hay maldición y por ésto el naturalista, filósofo y viajero Grégoire de Fronsac (Samuel LeBihasn) y su compañero, el indio mohawk Manu (Mark Dacascos) esclarecerán la situación pese a soportar las ingerencias y obstáculos de una minoría poderosa y un pueblo albergado por el terror.

La película se presta como un thriller con momentos de acción (no hay que olvidar que Dacascos es todo un experto en artes marciales y algunas secuencias de acción están rodadas en honor a su persona) Monica Belluci y Émilie Dequenne (conocida por haber trabajado con los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne en la premiada drama “Rosetta” (1999)) le intenta hacer sombra como rival fememina a una imponente Monica bellucci, en su enésima aparición en una película junto con el que fuera su pareja Vincent Cassel (aquí ejerciendo de uno de los nobles de la región).

Y como siempre Jacques Perrin con esas caracterizaciones de tristón nostálgico (ya visto en “Cinema Paradiso” y “Los Chicos del Coro”) recordando esa oscura época abriendo y cerrando la película en una narración presentada también en voz de off.