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Voto de Natxo Borràs:
9
Drama Dinamarca, 1623. En plena caza de brujas, Absalom, un viejo sacerdote, promete a una mujer condenada a muerte que salvará a su hija Anne de la hoguera si la joven accede a casarse con él. Según la ley, las descendientes de las brujas también deben arder en una pira. Meret, la anciana madre de Absalom, desaprueba desde el principio el matrimonio. Cuando Martin, el hijo de Absalom, regresa a casa para conocer a su madrastra, se enamorará ... [+]
13 de agosto de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la Dinamarca del siglo XVII la inquisición persigue a cualquiera que invoque o perjudique la palabra de Dios con ademán de atraer o poseer a segundos mediante posibles hechizos. Las sospechas de brujería recayeron sobre muchas personas que fueran condenadas injustamente a la Hoguera ya que se las acusaba directamente implicaciones o relaciones con Satán. Los ministerios religiosos, en ese caso los protestantes, hicieron suya una ley única con rl derecho de ajusticiar a toda aquella persona que se entrometiera en su contra poniendo en duda la moralidad de la Iglesia. Con eso ya era suficiente para que las brasas de la hoguera se incendiaran sobre las ideas de aquellos que contrariaban a la Palabra de Dios.

Pero si se posibilitan segundas lecturas, la pieza de Dreyer es una brillante alegoría sobre el conflicto de poderes (los dogmas religioso, su ausencia de romanticismo, versus la liberalización) y el papel que desempeñó Dinamarca en la II Guerra Mundial que como en los países del Norte de Europa fue objeto de los nazis que por su temida presencia provocaron una aurea de miedo e indiferencia, muy propio de los tiempos de ocupación y Guerra que sacudieron Europa durante la primera mitad del siglo XX. Sin ser un ejercicio de crítica hacia su país, el maestro danés dejaba reflejar ese miedo paliado por la inquietud de sus compatriotas durante la invasión alemana y más si tenemos en cuenta que el año de producción de la película es de 1943.

Dreyer enfatiza en los planos para que primen el vacío y la ausencia de detalles (la casa parroquial) para caracterizar a los personajes (el contraste de sus trajes en un intensísimo negro) conformando un frío retablo de luces y sombra tan magníficamente contrastadas en la fotografía en blanco y negro que le da mayor precisión y credibilidad en una historia concebida como el desgarre en el vínculo de una padre y un hijo con el sacerdocio que ejercen debido a la presencia de la joven mujer del primero, cuya madre fue acusada de brujería pero salvada gracias a la intervención del futuro marido.

El cuadro familiar se oscurece a medida que aumenta la tensión autoritaria (representada por la rígida abuela, en contraposición con la primera y bondadosa anciana que es condenada a la hoguera) y como recurso destaca también la utilización de los elementos naturales (la ventisca del atardecer como preludio de la Muerte que se acerca o los apacibles momentos bajo los abedules entre madrastra e hijastro). Una obra maestra.
Natxo Borràs
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