Siempre se empieza desde cero para llegar a la popularidad. Y aunque se lleve en las venas. Si se muere en el intento, vuelta a empezar. Y eso es lo que aprenden los nuevos alumnos que desde el proceso de selección hasta cuatro intensos y duros años tendrán que formarse para salir a la calle y triunfar ya sea como actores, músicos o bailarines. Todos tienen el impulso común de dar el salto, sea cuales sean sus preferencias; unos por vocación, otros porque lo llevan en la sangre. Coco (Irene Cara), Montgomery (Paul McCrane), Leroy (Lee Anthony Ray), Bruno (Lee Curreri), Doris (Maureen Teefy), Ralph (Barry Miller), Hilary () y Lisa () son algunos de los centenaries de alumnus inscritos en la escuela que emprenden el difícil camino a la cama. Apoyados por unos, no poco rígidos, profesores de la escuela como la Señoras Berg (Joanna Miller) y Sherwood (Anne Meara) o el paciente señor Shorofsky (Albert Hague).

La série de televisión inspirada en la película se hizo tremendamente más popular que ésta. Estrenada un año más tarde después del tibio estreno de la película de Alan Parker (que ya tenía en proyecto de llevar en formato de prolongado videoclip el doble álbum de Pink Floyd “The Wall”) se añadieron personajes nuevos (Debbie Allen en que aparece brevemente en una de las escenas de las audiciones de preselección o el relevo de algunos de los actores, Irene Cara por Erica Gimpel en el rol de Coco Hernández o el de Paul McCrane por P. R. Paul en el de Montgomery McNeil).

Pero el film de Parker, probablemente por sus poco más de dos horas de duración, goza de una calidad dramática que, con momentos subliminalmente musicales, (cuando empiezan a tocar los primeros acordes de “Hot Lunch” cantado por Irene Cara en el comedor, a la hora del almuerzo) casi llega al reportaje.