Hay, y mi opinión se cuenta entre ellos, quien no considere un película de terror esta sangrienta y coloreada cartulina post-hippie que aprovechó el aluvión de controversia suscitada tras el estreno de filmes como "La Naranja Mecánica" de Stanley Kubrick o "Perros de Paja" de Sam Peckinpah.

El director de la todavía no engendrada mentalmente "Pesadilla en Elm Street" podría haberse ganado el mérito de realizar otro estudio sobre la violencia cotidiana como así lo reflejaban esas piezas de 1971. Pero simplemente se queda en el molde de realizar un trabajo de plastilina deforme, más cercano al "trash" russmeyeriano y la comedia negra con ecos de "sitcom" y "soft-porno" de cine de medianoche. Y con la intención de desgranar, o despedazar, un intento de reversionar ese clásico de la cinematografía sueca como es "El Manantial de la Doncella" de Ingmar Bergman.

Es una lástima porque "La Última Casa a la Izquierda" reune más puntos en contra que a su favor. No hay elementos de terror (se disfruta más en este aspecto en el remake de 2008), solamente la angustia reflejada entre las violadas heroínas que acabaran mártires en el bosque. Los pícaros padres de una de ellas mantendrán la compostura cuando reciben hospitalariamente a los pandilleros violadores y asesinos con un instantáneo afán de vengarse.