Bubba Ritter (Larry Drake) es un retrasado mental de treinta años con una mente de un niño de seis. Su actitud levanta suspicacias entre algunos habitantes del pueblo por lo que es vigilado constantemente por Otis P. Hazelrigg (Charles Durning) a la espera que cometa alguna imprudencia fatal. Y así sucede. La única compañera de juegos de Bubba es Marylee (Tonya Crowe) una niña que siente un especial afecto hacia él. Cuando los dos husmean en un jardín y ella es atacada por un perro, Otis se toma la justicia por su parte y con sus hombres asesinan a Bubba que se ha escondido bajo los ropajes de un espantapájaros. Pero acaba de cometer un error fatal y el espíritu de Bubba, con la ayuda de la niña, regresará para vengarse.

Película de terror rodada para la televisión que gozó de su popularidad por el fenómeno boca-oreja. Aunque los años no la han perdonado llevándola a su completa disolución (en TVE la emitieron un domingo por la tarde en el espacio “Estrenos TV). Tratándose de un argumento a la vieja usanza y siguiendo los esquemas típicos del “slasher” habitual (degoteo de víctimas por un ente sobrenatural vengativo). Y lo que es más importante, el inicio de la película es todo un homenaje al mito de Frankenstein (Bubba y la niña en el campo de flores) por lo que se va a avecinar una tragedia. La vuelta de tuerca sorprendente que se desarrolla en los primeros minutos de metraje abren la puerta a una premisa interesante pero que va decayendo en lo tópico de los films del género. Obviamente las interpretaciones de Charles Durning y Larry Drake (que interpretó al villano Robert G. Durant en “Darkman” de Sam Raimi) fortalecen éste relato terrorífico olvidado por muchos fans más interesados en masacres en el instituto o en los campamentos de verano.